sábado, 29 de septiembre de 2012

Si de verdad quieres...

Resulta agradable acudir al cine a ver una película humana, altamente emocional, de gran comicidad  e ingenio sin caer en lo burlesco o en la pura chabacanería -tan común, últimamente, en las salas de los cines-, sin superhéroes ni seres fantásticos que llenan minutos de una historia pobre, sin consistencia que no se mantendría sino fuera por tanto efecto clamoroso; simplemente, dos extraordinarios actores, en un papel soñado para ellos que aparece en el momentos ideal, que funcionan magníficamente en pantalla y una historia humana, una gran tragedia personal  presentada con sencillez y gran sabiduría, con un sensacional guión, muy completo y rotundo, con sus oportunas dosis de humor ácido y sorprendente en cantidades oportunas, sin demasiadas melancolías o aspavientos innecesarios que te contenta y satisface por igual. La recuperación de lo que nunca hubo en un matrimonio cuyos 31 años casados pesan como una losa profunda e inalterable es el fondo de este relato que, a pesar de su espléndido resultado, no deja de ofrecer el conveniente vuelco hacia lo que la recta moral norteamericana espera de una unión idílica y pastoril. Lo mejor: el encuentro con un estilo diferente y mucho más grato que lo devorado usualmente en las salas de cine; la siempre sensacional y polifacética actriz Meryl Streep desborda toda su desnudez madura al lado de un Tommy Lee Jones que le baila el ritmo a un buen compás sin necesidad de más que su crisis personal como pareja y su convencionalismo a la hora de solucionarlo. Reconozco que un poco más de picardía y argucia en el tratamiento a seguir, de riesgo en la evolución de la historia hubieran sido el toque ideal de una tarta que no empalaga ni indigesta; todo lo contrario, te quedas con ganas de más!  

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