jueves, 6 de diciembre de 2012

Elefante blanco

Historia dura, impactante, de gran desgaste emocional y de desasosegados encuentros que mantienes tu alma al borde del abismo. Dos sacerdotes y una asistente social al cargo de una población que se muere en la indigencia y por la que nadie se preocupa; lucha desesperada contra gigantes molinos de viento que no tiene fin y que corroe toda voluntad, por fuerte y sana que ésta sea. De gran intensidad y calado social, una vez más, se disfruta la interpretación de este gran actor argentino -Ricardo Darín- que, para fortuna del director, ha sabido plasmar excelentemente la afinidad necesaria dentro de un grupo que sólo se tienen a ellos para mantener la esperanza de mejoría de esa parte del pueblo olvidado, de esa masa que no cuenta para nadie pero molesta mucho. Magnífico realismo -brutal y desbordante en muchas ocasiones-, que te atrapa desde el principio, de gran calado sentimental, de gran desesperación humana y de una impotencia que, con todo, no te permite abandonar ni en los peores momentos. Destaca, de manera apropiada, la imagen por encima del diálogo, los movimientos rápidos e intensos mucho antes que cualquier conversación, por amena que ésta pueda ser; la colisión visual entra directa al alma. Drama social para esta co-producción argentino-española, interesante, nada tenue, cargada de diversas y encontradas sensaciones, con un lento y pausado comienzo el cual es barrido de golpe por la intensidad de los sucesos que se amontonan conforme avanza la misma. Cine humano, sobre vidas que nos rodean, que no te deja indiferente.  

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