domingo, 23 de diciembre de 2012

Burning man

Muy interesante y cautivante, por el formato elegido para contar esta historia, es esta película inglesa representada por un sensacional Matthew Goode que no desaprovecha la excelente oportunidad blindada; apasionante y frustrante por igual es intentar descifrar lo que estás visionando, entender lo ofrecido, seguir los pasos de este chef inglés que durante los primeros 50 minutos te vuelve realmente loca por la alternancia temporal y emocional de lo relatado; sólo después de tanta agonía apasionante y demente, de una angustia interpretativa que te cabrea y enoja, eres capaz de empezar a encajar las distintas piezas, unir los diferentes fotogramas que no tenían sentido y ser capaz de contemplar el puzzle en su totalidad. Tanta locura narrativa te mantienen en vilo, en tensión expectante, el personaje te atrapa desde el primer minuto y no te suelta hasta el último sollozo final, un alivio ante tanta incertidumbre que supone acabar de enamorarte de un protagonista incapaz de expresar su dolor ante la muerte del amor de su vida, ineptitud en la vivencia de un luto necesario y saludable sin el cual no puedes superar lo sentido. Distinta y única, esta historia del mayor dolor del mundo, del caos en que te subsume la vida de golpe y porrazo, es reflejo de la calidad cuando se tiene algo bueno que contar; el mejor cine independiente, difícil de disfrutar por no dártelo todo bien masticado,  por ser para unos pocos que todavía quieren discurrir al compás del personaje, si lo consigues no podrás apartar la vista de la gran pantalla. Exclusivo y particular.  

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