martes, 18 de diciembre de 2012

De óxido y hueso

Película francesa que muestra el encuentro fortuito de dos personas maltratadas por la vida pero con muy distinto proceder, diferente manera de afrontar la fragilidad y la rotura de la estabilidad. Impresionantes y magníficas interpretaciones que son el centro de todo el relato, que te llegan a lo más profundo de tu alma y que hacen poco o nada necesario el uso de las palabras; vulnerabilidad física y emocional expresada con una magnificencia total, que te abruma y sobrecoge por igual. Deslumbrante y dolorosa relación de amor, tan necesaria como la vida misma, que les permite conformar y disponer de un presente que, aunque amargo y cruel, tiene hueco para la felicidad y la alegría. Con un guión que da poca información, deja más intuir y absorber que percibir sonoramente, y con momentos puntuales, claves para el entendimiento de todo el dolor observado y de la gran necesidad del otro, es una penetrante historia humana, que te atrapa sin remedio, que te conmueve y emociona ásperamente, que desde una gran sencillez y simplicidad refleja inmensas y desmesuradas emociones, a cada paso más intensas y sobrecogedoras, que dando tumbos de aquí para allá, llega a un opulento puerto, reflejo de la gran historia contada. No apta para todos los públicos -la paciencia de descubrir lentamente los personajes y sus situaciones no la tienen todos-, los que consigan verse atrapados y consumidos por ella la disfrutarán gratamente y con un dulzor amargo imposible de olvidar. Cinta de gran calado, impactante tanto visual como emocionalmente, con una -por momentos- gran fotografía y un escaso guión que no importuna ni rompe el soberbio equilibrio y afinidad que muestran estos actores compartiendo la gran pantalla. Imposible olvidar el respiro de cada fotograma. Sensiblemente brutal. 

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