sábado, 18 de mayo de 2013

El gran gatsby

Basado en la novela de Scott Fitzgerald, los hechos no son ninguna sorpresa, se conocen de antemano; por tanto, la motivación de la historia recae sobre todo lo demás. Una impresionante dirección técnica y artística para, una no menos, majestuosa puesta en escena -rozando lo estrambótico- donde tus diversos sentidos disfrutarán plenamente de la música, del colorido, de la brillante puesta en escena y de un despilfarro de vida diseñada especialmente para ti (gran acierto de Luhrman). Sin embargo, respecto a los personajes, sólo Di Caprio salva dignamente la papeleta; en su constante intento de mostrar el alma de este soñador iluso, espíritu inagotable de un tonto enamorado que vive de su propia fantasía. Y lo consigue -con mucho esfuerzo- porque aquí es donde falla estrepitosamente el director; no logra evocar la pasión, la desvergüenza, la desesperación, la rebuscada esperanza, la azarosa realidad de unos personajes mal retratados. Si se puede disculpar este tropiezo gracias a toda la magnífica decoración secundaria que envuelve el relato , no lo creo -el desafino vocal no se tapa con mucho ruido de fondo, aunque éste sea maravilloso-. Historia que entretiene de forma grata y con gran esplendor pero que deja un pequeño sabor amargo por el tropiezo a la hora de fluir las emociones y los sentimientos de los susodichos; conseguirlo hubiera sido redondear un exquisito trabajo, completar un elaborado remake que nada tendría que envidiar a su antecesora.

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