miércoles, 15 de mayo de 2013

El doble del diablo

Con una línea intensa desde el principio, que te cautiva por su amplio abanico de posibilidades y alternativas a desplegar, sin embargo, baja en intensidad conforme avanza por escoger las más morbosa pero también la más endeble; y aún con todo, este relato del despropósito -por ser educada- de vida de uno de los hijos de Sadam Hussein que se busca un doble forzoso para poder seguir llevando la pecaminosa vida de lujuria y descontrol que vive es impactante, magnífica y digna -incluso necesaria- de verse. Con una soberbia, espléndida interpretación del protagonista Dominic Cooper cuya fuerza potente mantiene el nivel de toda la película, Tamahori deja de lado la vertiente política y militar para centrarse en la moral, en el morbo sexual, en los excesos, abusos y desmadres personales de un personaje que se queda corto comparado con el diablo; un pequeño tesoro descubierto, una realidad que sale a la luz y que sorprende profundamente. De ritmo rápido, recorrido frenético, colosal en su exposición de unos hechos reales que explotarían -por vergüenza- al propio Lucifer, se vuelve un poco repetitiva al insistir en exponer la clase de animal que era el protagonista; cruel, loco, repugnante, repulsivo, inmundo..., todo se queda corto para describir una forma de vida sin limites donde todo se permite; todo, todo, todo lo que una menta sucia y enferma pueda imaginar. Con una gran técnica artística, la dirección es acorde a la fuerza del guión y a la oculta historia que rebela, que dada la ignorancia del ciudadano de a pie, es insufrible hasta niveles inimaginables.  

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