viernes, 3 de mayo de 2013

Bárbara

La película es fría y distante, personajes que parecen muy alejados de ti, totalmente herméticos y de una época lejana; pero si eres capaz de ver con atención, descubrirás un pequeño tesoro en este relato sobre la Alemania Oriental de los 70-80. Una mujer dura, obligada a trabajar en un pequeño hospital, en constante amenaza por todo lo que le rodea -cualquiera puede ser un expía infiltrado- y a la espera de que su novio lo organice todo para pasar el muro y respirar. Sin embargo, varias personas se cruzarán en su vida que le harán replantearse su vida y volver a decidir qué hacer; un no-sostenible no-mirar, no-intervenir que le sorprende y le impacta en plena cara emocional, en pleno corazón humano. La actriz protagonista muestra una fragilidad física y una mirada glacial que se contrapone rotundamente a toda la espiritualidad que esconde esta superviviente. Dado lo bien formado que está el personaje femenino, colocado en un momento en concreto, con una historia muy dolorosa -sin necesidad de explicaciones- y con su posterior evolución, es una pena que el director no haya acertado de la misma manera en hacer más cercano y accesible, más tangible este drama sobre el telón de acero; con todo, sólo esta mujer es suficiente razón para ver una película de duras y dramáticas emociones -por lo que esconde, por lo no-dicho- que va desarrollándose de manera sorpresiva, para gusto del espectador.

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