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Exquisita obra maestra, deliciosa creación artística donde se mezcla, de forma perfectamente ruin y cruel, la falsedad de una buscada y preparada elegante simulación y el descubrimiento de su verdad; elegante como pocas películas vistas últimamente, cuidada hasta el más mínimo detalle, un desarrollo de los personajes que emociona y asombra, que se disfruta plenamente, que enternece e inquieta por el cariño con el que es tratado el espectador que la va a visionar. Historia necesariamente lenta para poder apreciar su desarrollo, su por qué, con pausas para el cariño y la esperanza, para un amor inesperado que salvará la agonizante vida del protagonista, con una impresionante fotografía, con estupendas actuaciones que en conjunto deslumbran más aún si cabe, con un guión muy marcado y cuidado que no deja nada al azar..., un delicioso ejercicio de arte que te encantará, no pudiendo apartar la vista de tanta extraña hermosura, de un excéntrico y singular personaje que llegas a querer profundamente. Giuseppe Tornatore ha conseguido crear una pieza bella, hermosa e interesante, de una magnificencia inusual que ha contado con la indispensable ayuda de un Geoffrey Rush insuperable y de unos secundarios de lujo. Rozando la perfección, es un relato que debe verse sin ninguna duda pues su frágil vulnerabilidad, su belleza fantasma, su violencia silenciosa, su explosiva mezquindad, su austero resultado y mucho más..., son sólo una parte de todo lo que vas a apreciar. Este tipo de películas aparecen pocas veces y muy a lo lejos en el tiempo; no dejes perder esta oportunidad.