sábado, 31 de agosto de 2013

Perder la razón

Reconozco que aún estoy decidiendo si recomendar o no esta película! Presentación de la felicidad absoluta, del enamoramiento feliz y dichoso de una pareja y su posterior evolución durante sus años de matrimonio; un camino lleno de rutina y ofuscamiento que llega a desenvolverse en el peor de los acontecimientos posibles. Reconozco que es atractiva la propuesta, ver la llama brillante y eterna, de gran esperanza de los inicios que, en el día a día, se va transformando en el peor de los tormentos, cárcel inesperada sin posibilidad de salida. El paso de la historia es lento y oportuno, siendo capaz de acariciar y sentir el devenir de esa vida que se apaga y te va matando; también se aprecia una interpretaciones sutiles y naturales, cercanas de gran afinidad. Pero, no estoy segura de la huella que deja en el espectador, si su rodada es oportuna o pierde al público asistente. Sus inicios los recibes con esperanza, sabes que van a contarte una historia personal e íntima, que tienen mucho que expresar los personajes de la pantalla; sólo, que conforme va rodando el relato, te cansas de mirar, de seguir sus vidas y ver que no ocurre, que el discurrir de una vida como la de cualquiera no es suficiente para mantener tu atención al 100%; y, sin embargo, sigues observándolos porque sabes que va a ocurrir, que los personajes van a contarte algo y sólo tienes que estar atento. Para narrar este relato, que en principio parece que no cuenta mucho pero que acaba -en el último minuto- contándolo todo, hay que tener paciencia y serenidad; ser sobrio en su escasa acción y movimiento que, sin duda alguna, es la clave de su resultado final. 

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