viernes, 9 de agosto de 2013

Una canción para Marion

Una película que llega al corazón, que consigue enredarte, emocionarte a pesar de su esperada evolución, su no-sorpresa final. Historia positiva sobre el amor, la pérdida de seres queridos, encontrar un motivo para levantarse, las tensas relaciones familiares..., todo ello desde la alegría moderada, desde una no-pesadumbre que se agradece y que realiza el papel de querer saber más, de querer ver más y de sentir, amar a los personajes como tuyos propios. Ese es el mejor regalo que puede hacerte un relato; percibir los sentimientos, emociones que está viviendo el personaje como tuyos y dejarte llevar por su inexplicable regocijo a pesar de la situación vivida. Tristeza de una situación llevada con orgullo, con la vitalidad propia de las historias inglesas que saben manejar el humor amargo y doloroso de forma maravillosa. Cuando oyes hablar de ella te haces una idea equivocada de lo que vas a encontrar; no esperas que te guste tanto ni que consiga, de forma tan sencilla, conmoverte de la forma tan honesta como lo hace. No es un gran peliculón, sólo una historia rutinaria llevada con dignidad y mucha elegancia. También es bastante comercial en su exposición de lo contado, por tanto, apta para todos los públicos. Pasar un buen rato sin más consecuencia.  

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