lunes, 25 de noviembre de 2013

Camille Claudel 1915

No deja lugar a dudas el interés de Juliette Binoche por interpretar este papel; es lo mejor, lo destacable y lo sobresaliente, lo excepcional de una tragedia, injusticia en vida que sufre en sus propias carnes la protagonista. Desposada de todo su control, de su propia voluntad y a merced de todos menos de ella misma sufre en vida una miseria malvada y no merecida; el intento de no-pérdida de una locura que vive rodeada y tentada a ello es un sufrimiento continuo que perduró durante demasiado tiempo. Quédate con la expresión, corporalidad, facciones, esa contingencia atrapada en sí misma y temerosa de salir de la mencionada experta actriz porque es lo único y exclusivo que ofrece una historia que, si por ser relato real y vivo de un personaje es especial y de gran atracción, por su configuración y disposición en la gran pantalla, por su visionado es, siento decirlo, aburrida, de poca motivación e implicación por parte del espectador. Por mucho que se quiera admitir la importancia de lo narrado, el atropello y abuso sufrido por esta persona, su gran desgracia e infortunio..., por mucho que se quiera admitir la excelente y magnífica actuación de la versada intérprete francesa..., este film es para ellos, para lucimiento y placer de la mencionada artista y para reflejo de un denunciable y perverso hecho; no está pensada para el público asistente, no es para toda la concurrencia e, incluso, para los dispuestos y advertidos que acudan a verla, no es fácil ni sencilla de digerir, su sabor no es asequible ni garantizado que se asimile por mucha tenacidad y empeño que se ponga en ello. No engaña quien previene.  

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