jueves, 12 de diciembre de 2013

La piedra de la paciencia

Un monólogo sincero, sensible y delicado que esconde una gran dureza, un inagotable dolor y lo espeluznante que puede ser la vida cuando ésta es una tortura continua; una exquisita pieza difícil de visionar por su franqueza y lentitud actual pero que encierra un legado emocional, delirio verbal de una mujer oprimida que encuentra su fuerza interior nunca imaginada. Sin mostrar ni exhibir imágenes más allá de la propia imaginación del espectador que se nutre de unas sólidas y espontáneas palabras, revelación de la desesperación y la supervivencia más extrema, nos hallamos ante un relato impactante, de enorme violencia emocional y que te sugestiona, liberándote sólo momentáneamente para volver a ser atrapado, y te hipnotiza de forma absorbente. La evolución de su principal y única protagonista, en una frágil y, al mismo tiempo, potente interpretación de Farahani -alma indiscutible de toda la historia- es pura ebullición, explosión que va a más hasta alcanzar su punto culminante en el último segundo. No es para todos los públicos pues, transitoriamente, puede hacer mella en el vidente la adormecida monotonía de ausencia de actividad corporal pero, su legado afectivo y humano es de tal envergadura y transcendencia que eclipsa cualquier leve desconexión con la historia; pero, fundamental, es una película para ser escuchada con el alma, para ser intuitivamente captada, para que tu más profunda esencia sufra y se transforme conforme avanza. Por tanto, debes estar dispuesto a ello si es de tu agrado y elección.

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