sábado, 19 de abril de 2014

El pasado

Difícil construir un presente cuando el pasado te asfixia, cuando la culpa te carcome por dentro, cuando la desesperación es el motor de tus actos, cuando no sabes abandonar y olvidar, cuando no puedes superar lo vivido ni aceptar lo venido; un perfecto elenco de personajes -tanto adultos como menores- tocados en lo más profundo de sus almas, en su esencia más pura e impoluta, conexión perturbadora que alimenta su día a día permitiéndoles respirar un aire que, aunque tóxico, les mantiene vivos y despiertos, sonámbulos equilibristas que actuan por inercia involuntaria. Agonía emocional, desesperación reflexiva, actos reflejos que explotan en medio de la más inquietante calma, en un diario proceder sereno y lógico, calmado y amable, correcto y pausado; tranquilidad espeluznante que precede al caos, a la temida tormenta, inicio de una fina y delicada lluvia que esconde el más peligroso y agresivo granizo cuyo dolor oculto es nada previsible ni controlable. Su fantástica narración, su imparable recorrido es de camino lento y sosegado, tranquilo y acomodado pero muy seguro pues sin hacer mucho ruido ni levantar mucho polvo va dejando caer sus enormes huellas, hondas pisadas que van haciendo mella en tu alma más inquieta, perforando en tu interior hasta conseguir un calado absoluto y perplejo, una seducción hipnótica que te atrapará y encantará pues el dejo de su gusto es por largo tiempo saboreado. Fantástica película francesa, increíble drama familiar, absorción absoluta de emociones sentidas que garantizan un pleno al quince, afinidad total para una historia que capta tu interés y te permite disfrutar de dos horas de intensidad emocional, un inicio leve y sutil que coge forma, adquiere fuerza y culmina con una potencia abrasadora pero silenciosa, caos destructivo complicado de reparar. Relato de emociones y sentimientos para ser vividos y sentidos con profundidad, permitido lapsus catatónico para dejarte envolver por unas alteradas vidas que seguirán en ti tras el título de final. Mira y observa lentamente, oye y escucha atentamente, capta cada frágil expresión no manifiesta, lee la explosión de palabras irrumpida súbitamente y, con todo junto, ve más allá, forma tu propia orquesta de sonido y emociones y disfruta de ella; debería ser el fin de toda buena película, vaciarte de ti para dejar paso a los personajes. En este caso, conseguido.




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