viernes, 11 de abril de 2014

Un paraíso para los malditos

Triste y apagada, silenciosa y callada, una gran soledad se desprende de este relato de amarga y dura supervivencia que lucha por encontrar una salida a su ruin y aislada existencia; sobriedad y serenidad en una monótona rutina  de espacio cerrado y contexto oscuro, opaco que resulta asfixiante e irrespirable; conciencia compasiva de una mente fría que alivia su propia agonía con actos inesperados y una voluntad firme de cambio, necesidad reflexiva de abrirse, de escapar de su limitada cárcel, de una desesperada liberación instantánea que sorprende y conmueve por el esfuerzo y el choque expresivo, encontronazo que abre un nuevo e interesante camino con infinidad de posibilidades por descubrir. Poco diálogo, escasas palabras para una mirada profunda y penetrante, fija e inamovible, astuta y calculadora, una intensidad frustrante que arrastra una gran dependencia emocional, precisos y estáticos movimientos para un náufrago que se rodea, inesperadamente, de personajes antagónicos que buscan aliviar su necesidad de amor, compañía, contacto físico..., una compartida soledad y amargura que juntos es compensada con escasos y breves tiempos de diversión, momentos de tenue y ligera alegría pero de gran esperanza y de un anhelado futuro que grita y se desespera por confirmar su inesperada llegada; un hermoso y repentino arcoiris tan frágil y breve como su sorprendente aparición pues la compacta e impasible tormenta que le precede amenaza con la crueldad de una vuelta que destruya el hermoso paisaje creado. Un impasible y gélido thriller, reconvertido en drama familiar, en dependencia colectiva que necesita de pocos elementos para llegar a su máxima expresión pues es sencillo en su composición pero impactante en su efecto, de interesante atractivo por su cambio de ruta, por un sorprendente viraje que esconde una corrompida necesidad social de convivencia, manifestación de unos sentimientos ocultos  que esconden un enorme calado emocional. Una serena y comedida dirección, buenas y regulares interpretaciones para una historia que atrae y cautiva por su apertura de opciones, por la siempre conmovida esperanza y soñadora ilusión de mejora; sin hacer mucho ruido ni levantar grandes pasiones cumple bien su cometido, 90 minutos de esquiva intriga y falsa calma que inquieta lo justo para seducir y complacer gracias a la perturbada y fascinante presencia de su protagonista.







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