miércoles, 4 de junio de 2014

Welcome to New York

Pasados los treinta minutos de orgía qué queda? Algo interesante? Un documental, narración paso a paso de los hechos sucedidos al ex-presidente del FMI Dominique Strauss-Kahn -para la historia el señor Devereaux- en el hotel de New York con referencia a la violación de una camarera y que tanto estupor y escándalo causaron en su momento, explotado masivamente por los medios de comunicación y relatado con una espesa somnolencia, un monótono revivir el telediario de aquellos días, un Hilario Pino con todo su esplendor en la caja tonta pero narrando los hechos con más gracia porque la verdad, para ser una noticia que da tanto juego morboso, tanto hilo espectacular para ser expuesto en la gran pantalla han elegido un formato tan cuadrado, estático y frío que aburre hasta las moscas, un show inerte y apagado que no provoca alteración alguna. Gérard Depardieu como único atractivo -intento no reírme al escribirlo- de una historia que no sabe captar el interés del público en ningún momento, que no sabe causar la oportuna tensión, emoción, adrenalina que busca el espectador, un desfile de escenas de sexo, cuerpos desnudos -algunos, uno en concreto, muy doliente- y el procedimiento policial, judicial, de abogados más soso, deprimente y aburrido que se pueda observar. Es poco comprensible que el director Abel Ferrara, ante hechos tan suculentos, de tal magnitud -por tratarse de la mezcla explosiva de política, sexo y abuso de poder-, conocidos por todos -por su no lejana concurrencia- y aún vivo en la memoria reciente acaba realizando un trabajo tan ineficaz, de emociones inertes y sensaciones ausentes para un encuentro despectivo y malogrado cuya mecha provocativa no se enciende ni con el más potente lanzallamas; nulidad de ejercicio cinematográfico de consecuencias pésimas y desastrosas dado el poco tino y acierto de todo el conjunto.




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