domingo, 6 de julio de 2014

Grace de Mónaco

Una Grace desganada y apagada, de nulo glamour, lucimiento escaso y seducción poco intensa. Hay que reconocer que Olivier Dahan tiene su mérito pues todo un personaje tan suculento y atractivo a los ojos del público lo ha convertido en un ejercicio inexpresivo, de nula notoriedad, rigidez absoluta y pobre interés. El dramatismo de la bella damisela encerrada en su encantador castillo al rescate de su devoto amado y de su hermoso reino es soso e inerte, un teatro poco suculento, convincente o satisfactorio para toda la magnificencia que se desprende sólo con mencionar su nombre, la narración de un cuento donde la heroína sacrificada deja de lado sus aspiraciones y deseos, su felicidad personal y entrega su vida por la de los demás no convence, atrapa ni fascina, sabor poco figurante que no destaca ni sobresale. Nicole Kidman se esfuerza por exprimir al máximo su papel, sacar todo el jugo posible a este esperanzado guión pero lo más que consigue es alargar su carismático y elegante anuncio televisivo de Chanel aunque sin tanta gracia, fortuna o gloria pues la cuidada/perceptiva estética y su venerable/agradecido intento caen en saco roto, partida de póker fallida a pesar de los excelentes jugadores. No acabas de creerte la representación, ésta no deslumbra ni llena tus expectativas, únicamente ofrece un entretenimiento tibio y neutro cuya brillantez se diluye al poco de empezar la obra hasta alcanzar un tono tenue, suave y de gran fineza que despierta pocas inquietudes, camino de andadura tranquila y pasos reposados. El fervor de palacio, las intrigas políticas, el destino de un país, el liderazgo de un trono expresados sin apenas chispa, emoción o picardía, no duerme ni aburre pero tampoco provoca efusivos suspiros, ardientes encantos o un ímpetu bárbaro, una sutil delicadeza en sus intenciones que se vuelve en contra al no lograr despertar las oportunas pasiones y deseos que muevan tu alma y vibren en tu inquieto corazón pues..., una princesa siempre será un princesa y su legado siempre será una fascinante fantasía de luz y color, ensoñación adorable no hallada en esta ocasión.




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