martes, 26 de agosto de 2014

10000 km

10000 km de separación en una pareja y toda la tecnología informática a su alcance para reducir los efectos colaterales de dicha distancia, el proyecto en común de una vida puesta en peligro, el egoísmo de primero yo expuesto sobre la mesa, la realidad de confrontar el presente, la ignorancia soñada que compartían, el amor como equipaje en el que abandonas tus sueños por tu amado, renunciar a ti por él o elegir tu camino a pesar de él, los estragos de descubrir diferencias incompatibles que la rutina y el contacto diario escondían, lo que la ausencia de la presencia física del otro otorga..., un proyecto interesante que abarca mucho espacio, muchas preguntas y cuestiones incómodas pero que sólo necesita de dos personas, dos estancias y la evolución de una comunicación a menos a través de la red, el descubrimiento de quién eres sin la presión de tu compañero, sin el lastre negativo que arrastra el maravilloso sentimiento de querer a otra persona, la valentía de anteponer tu vida personal a la común, resolver que no existe proyecto compartido si es que alguna vez los hubo, dejar de ser arrastrado por el otro para remar con propiedad individual, un montón de consecuencias y lecturas variadas para un trabajo sencillo, minimalista y muy loable que cuenta con magníficas interpretaciones de sus actores, un director novel que sabe lo que quiere, a dónde ir y que expone sin pudor, con enorme veracidad y talento una realidad actual que se vive y siente por todos los rincones.
Ahora, sin negar un ápice de lo escrito y sin evidenciar incompatibilidad en mis palabras, no te dejes llevar por el entusiasmo de la puntuación otorgada a este filme ni por las alabanzas recibidas por toda la crítica pues, aún con meritorio éxito de intención, propósito y arte, espléndido y curioso formato y contexto, en la práctica y de cara a la emoción, implicación e interés del espectador carece del potente e impactante efecto esperado, la devastadora absorción de tanto sentimiento se diluye, la demoledora visión de tanto destroce se evapora, la desgana, inapetencia y frialdad que recorren los protagonistas te consume y aprisiona, se hace tuya, una desconexión y desapego lento y agónico que proviene de minutos y minutos de Intener, whatsapp, skype, google earth..., que te congelan e inmunizan, te nublan y adormecen, su mayor virtud como planteamiento e idea se transforma en pesadez de visión, en cansancio perceptivo, en ingrata frustración de reconocer el talento de un trabajo, su coraje y valor y vivirlo con negativa distancia, indeseable enfriamineto e indiferencia por ausencia emocional e incomunicación afectiva.
Un rotundo si en teoría, un merecido notable cognitivo y presencial, una lamento en la práctica, una pérdida en la puesta en acción, vacío de una conexión que observas pero no sientes, que sigues pero de la cual no participas por sequedad, tedio, inmovilidad y motivación escasa.
Posdata: profunda, generosa y espectacular escena final de sensibilidad, desespero y auxilio penetrante y absorbente, lo ideal y deseado para los 98 minutos de narración de un relato válido, de gran esmero pero de carente e insuficiente efecto pragmático



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