sábado, 9 de agosto de 2014

Chef

¡Qué importante es tener buenos amigos!, ¡buenos amigos que cubran tus espaldas y tapen tus carencias!, porque sin ellos aquí sólo habría ¡mucho ruido y pocas nueces!, y créeme, ¡hay mucho, mucho ruido!
Simpática, alegre jovial y refrescante la primera hora, cansina, predecible y poco absorbente el resto de los minutos.
Mucho nombre famoso, mucho actor conocido para acompañar a Jon Favreau en su aventura como director, guionista y actor principal en una comedia romántica-familiar entrañable y dulzona, resultona y atractiva que se rodea de un exquisito colorido alimenticio y de una música bailona, amena y pegadiza que es la decoración que envuelve un plato de gusto medio y sabor ocurrente y divertido que entra con placer, ilusión y ganas pero que acaba empalagando por su cantidad y hastiando por el olvido y la pérdida de su sabor inicial, de su novedad y seducción de arranque.
Porque sí, no ofrece el menú típico de cualquier restaurante de esta índole -no es el argumento soso y empalagoso que suele verse en estos relatos-, porque sí, se atreve a tratar las relaciones paterno-filiales, la tirante comunicación crítico-chef y los avances positivos del uso de la tecnología actual para innovar y crear nuevos mercados y oportunidades de movimiento con respeto, dignidad y sabia frescura, porque sí, tiene acierto y buen ojo para mostrar todo su trabajo con inteligente ligereza, agilidad encantadora, diversión grata y ritmo guasón, una recordada noche de fiesta, de locura y fervor pero..., se deja llevar por su propia hipnosis y emoción, por su propio encantamiento y pasión pues el contenido de este menú no da para una cena suculenta y maravillosa, para tantos platos y comensales, alarga en demasía un guión que no es capaz de cubrir tanto tiempo ni espacio y cuyas debilidades son cada vez más obvias pasados los 60 minutos donde comienza a surgir la sensación circular y monótona, cansina y agotadora de no avance, de pérdida, inapetencia, desinterés y desconexión, por querer que acabe una comida que ya está saturando tu estómago e incomodando tu paladar.
Se olvida que un fabuloso postre redondea y perfecciona una exquisita comida. Aquí el postre sólo significa que ya puedes levantarte de la mesa y seguir a otra cosa. 
Acotación: si después de probar cualquiera de los platos que aparecen en este filme tus venas y arterias no revientan o se suicidan por la subida de grasa y colesterol..., ¡tendrás suerte!



No hay comentarios: