martes, 12 de agosto de 2014

El crítico

"¿Y si tu vida se convirtiera en la película que odias? ¿Por dónde saldrías de acá? Un divertido, peculiar e inteligente tributo a las comedias románticas, simplemente deleita a todos los fans, el argentino "Cuando Harry encontró a Sally". Un filme cálido, maravilloso, gracioso, lo que Scream al cine de terror.
Ésto y mucho más es parte de lo escrito para describir esta película y este singular personaje. En cuanto lo leí mi interés y atención por ella aumentó hasta cuotas que sólo serían saciadas y calmadas con su deseado y ansioso visionado.
He de admitir con amarga tristeza que aquí se cumple perfectamente el dicho no escrito de que cuando esperas algo con demasiada ilusión tu decepción está asegurada, te estrellas de bruces contras la indeseada sensación de fraude exagerado, de lectura grandilocuente en la venta de esta historia.
Porque este personaje es fiel a sí mismo, a la pesadez de su existencia y a la melancolía de un añorado pasado mejor durante la primera hora, rezuma una verborrea cínica e irónica fantástica, una atractiva presencia seductora que bebe de un inteligente guión que muestra a la perfección la desgana, inapetencia, desidia creativa de un crítico deprimido, cansado y hastiado de su trabajo, que ya no soporta el cine por su falta de originalidad y contenido vivo, por vivir de una cutrez, sensiblería ñoña y estupidez que no transmite nada.
Una comedia romántica mordaz y punzante que destroza el cliché típico y consumista de los personajes que conforman estos relatos, de sus absurdos argumentos y de sus archiconocidas escenas, poses, gestos, frases que se repiten sin remedio ni descanso una y otra vez.
Y, hasta aquí, genial, maravillosa lectura de sabia exposición, de atroz claridad y encantador reflejo, una penetrante interpretación de Rafael Spregelburd y un deleite de verdad deshilada echa añicos que rompe y destroza el éxito patético de estos filmes tontos y nimios.
Pero esta sensacional seguida, potente y exclusiva armonía de fuerza y empeño carismático pierde su ritmo al pasar nuestro angustiado y repelente crítico a ser el mismo protagonista incontrolado de sus temerosas angustias, todo un bobo pelele y feliz enamorado de amor.
Porque aunque refleja con audacia los pasos no escritos pero por todos conocidos que seguirá este nuevo adoptado al reino de la sensiblería y el enamoramiento facilón se olvida de la pasión, entrega ferviente, explosiva fuerza apasionada que debe mostrar todo relato de amor, de la calentura febril y ardor irresistible que atrapa, emociona y cautiva tu alma.
A pesar de la grata y fresca compañía femenina en esta aventura caótica de nuestro anonadado y perdido hacedor de reseñas, de la burla ingeniosa y la parodia estupenda y sagaz a este tipo de género se deja en el olvido el soñar, el volar, la hipnosis adorable, el sublime poder de la creencia ilógica, presentar con vivacidad y verosimilitud ese triste y condenado amor que va a despedazar.
Esa bajada de intensidad y de nivel provoca la pérdida y desconexión de tu ser, tu persona y de tu intenso y marcado interés inicial para terminar con una sensación desaborida, inapetente y no complacida de su visionado conjunto, satisfacción desganada dada la energía e ímpetu con el que inicias el viaje.
Un ejemplo reiterativo de crítica: 4 estrellas -butacas como diría nuestro fatídico y trágico melómano- público sin entender el por qué de tanto estrellato.
¡Un cliché más como las exitosas, veneradas y aquí, vapuleadas, comedias románticas! 



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