lunes, 18 de agosto de 2014

Los mercenarios 3

Llevo una hora de película y mi cabeza no deja de pensar..., ¿qué escribo sobre este triste disparate?, de repetir la frase..., ¡es que es muy mala!, de intentar distraerse sin éxito alguno hasta ahora.
Porque no se que es peor o más ridículo la patética acción física, los disparos a doquier sin rumbo, dirección o propósito, los desaprovechados efectos especiales, los pésimos primeros planos, los perceptibles dobles de las impresentables escenas, los humillantes y secos sermones verbales, las vacías y catatónicas miradas, la desfachatez de filosofía de colegas, la retórica y verborrea sin tono ni expresión, el pésimo intento de intentar actuar, la fanfarronada de virajes argumentales..., el único que se salva hasta el momento es Antonio Banderas  y sus cinco minutos de pantalla.
¡Dejemos pasar la siguiente hora a ver si mejora!
Llevo ya media hora más adelantada y sigo igual de paralizada, aburrida y ausente ante la fantasmada, cutrez de lo que veo..., y Banderas sigue siendo el único que aporta un poco de ritmo e interpretación creíble.
Sigamos con la tortura de entretenimiento nulo y distracción cero. Desde luego soy masoquista porque sino no se entiende mi creencia de poder decir algo positivo cuando todo esto ¡acabe!
Y...., ¡acabó!, y puedo concluir con amargura,  lamento y aflicción que únicamente en el último cuarto, último tramo de tan largo, penoso y caótico recorrido aparece el alma, la acción, la adrenalina y el ritmo que ¡tanto deseabas!, pero 30 minutos de 123 saben a muy poco, ¿no?, aunque la historia está escrita por Stallone..., ¿debería bajar el listón de mis expectativas, ofenderme ante la vergüenza ofrecida?
Siiiiii.....
La apología de las armas y la violencia era carta segura, se suponía, buscaba y se daba por garantizada, lo que no se daba por garantizado es que una película tan mísera, triste, pobretona, de contenido tan barato e inútil en todos sus objetivos haya resultado tan cara en su presupuesto y tan cara para el golpeado aficionado.
También era apuesta segura la burla de ellos para con ellos, la coña de su unión y el cachondeo, la parranda y el descojone que pretendía la saga, reírse de ellos mismos, reírte con ellos, fiesta y jolgorio, bromas y furor, juerga y jarana y todos a pasar un rato ameno de esparcimiento, desahogo y acción.
Pues, todo eso se lo han cargado, ¡sin más!
Es decrépita, decepcionante, aburrida, sosa, amarga, indigesta..., y no da ni para una sonrisa leve ni para una risa esporádica ni para una mueca agradecida ni ¡para na!
Por cierto, Antonio Banderas sigue siendo el único que, al menos, actúa y ofrece un mínimo de presencia y ¡saca algo digno de su papel!
Digo las frases hechas para este tipo de casos..., ¡qué tortura, qué desgana, qué inapetencia!, todos al paredón y que les peguen un tiro ¡por favor! o...., dejo de escribir, de pensar donde no hay nada que sacar, ahorro mi tiempo -que ya he perdido bastante del mismo en su visionado- y me calloooo,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, . . . . .  .   .    .      .       .



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