jueves, 21 de agosto de 2014

Mi amigo Mr. Morgan

Cuando uno pierde la luz de su vida se queda sin nada, elige el retiro voluntario, la soledad, la soledad para dejarse marchitar y cualquier conocido o por conocer que se acerque es un extraño, distracción no-bienvenida hasta que aparece una grieta, porque en todos lados hay grietas, que permite el paso de un nuevo rayo de luz....Tú eres mi grieta.
"¿Sabes cuando uno ama tanto algo que acaba odiándolo?"
Acabarás enamorado de esta película, prendido de su proceder, embelesado por sus personajes e hipnotizado por el aura sutil y delicada que destila y contagia.
Lentitud y delicadeza en las formas, suavidad y fragilidad en el roce, extenuante sinceridad en el habla, profundos silencios que lo dicen todo, pausado respirar que llama a la necesidad, necesidad de compañía, afecto, cariño, ternura y comprensión, de una ilusión que borre tanta melancolía y rencor, culpa y enojo y abra las puertas a un nuevo amenecer, un nuevo volver a casa en donde nunca se estuvo mejor.
Una bella, exquisita fotografía parisina envuelve y embellece este guión apetitoso que abarca la desesperación de quien queda sólo, el vacío de la carga rutinaria, la llamada de auxilio para no desfallecer, la esperanza surgida de la nada, la sonrisa y juventud de un nuevo esplendor, la reparable relación paterno-filial, el inesperado amor que ilumina tu estancia, la caída de toda frialdad y distancia, la dulzura de encontrar y descubrir tu lugar, de estar en casa.
Su terso y encantador caminar atrapa tus sentidos con modestia magnífica, tu alma se encandila ante diálogos que rezuman honestidad, que emocionan y arden con pasión, finura y elegancia, que son el ferviente corazón que mueve un conjunto explosivo que detona a cuentagotas, de acallada presencia y quietud sobrecogedora.
Es verdad que Sandra Nettelbeck pierde la estela de su propio andar iniciado al no tener muy claro que hacer con la llegada del tercer personaje, con un viraje que rompe y anula lo formulado hasta el momento, es verdad que su historia mantiene su vigor y esmero gracias a las buenas interpretaciones de sus participantes, de sus cálidas y expresivas miradas, de un estar en pausa y reposo que se activa con profundidad y contundencia, una eficiencia que parte de la espera, coge ritmo y acaba en delicia y conmoción, deleite y relax, admites que el relato renuncia a su propósito inicial y opta por un diferente destino, una infidelidad que se perdona por mantener su candor y aprecio, por seguir destilando fervor, por mantener y cuidar la magia de un caramelo de sabor gustoso y relajado, tenue y sutil, suave y rico manjar que complace con deseo y templanza, gratitud y calor.
¿Sabes cuando uno ama tanto algo que acaba odiándolo?
Éste no es el caso, es la hermosa excepción que confirma tan maldita regla.
Disfrútala con tiempo, comodidad y placer, grata calma que relaja y contenta tu persona.



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