miércoles, 13 de agosto de 2014

Y entonces fuimos felices

En tu búsqueda de algo-interesante-que-ver de repente te topas con una cinta de apariencia distinta a lo comercial cuya sinopsis adelanta un posible relato dramático fuera del circuito común extendido, con un novel director comparado con el estilo de Terrence Malick que, aunque no sepas que significa, suena bien y que anima tu decisión de escogerla entre tanta oferta a ver qué tal, a ver si hay suerte y transmite un poco de lo mucho sugerido.
¡Crash!, ¡grave error!
La película es principal y únicamente un grupo de chavales, dos hermanos en concreto -interpretados de forma intensa, profunda y soberbia por Ryan Jones y Nathan Varnson- y amigos adyacentes que dejan pasar los días y su largo e inacabable ocioso tiempo entre peleas, hurtos, juegos, paseos, situaciones de riesgo..., y unas malas y conflictivas relaciones familiares.
¡Cuidado! ¡No te precipites!, que la lectura de este escrito es más excitante que lo visionado, te lo aseguro.
Cada uno de los fotogramas, cada uno de los actos de estos jóvenes perdidos que no van a ninguna parte está rodeado de una inapetencia, desgana, actitud depresiva a la que, irremediablemente, acaba arrastrado el propio espectador, un no-tengo-nada-que-contar que aburre y hastía, un pasar el rato con largos silencios, monosílabos como diálogos, la insinuación de una atractiva y seductora muerte opcional ante el eterno desasosiego y un no-se-que-quiero que es utilizado por Daniel Patrick Carbone como excusa para contar una historia que no cuenta nada.
¡Tal vez éso sea todo un arte digno de valorar!
Yo sólo se que es cansina y aburrida, que mata lentamente y que para muestra de un cine de hermosos silencios, grandes y bellas imágenes, un decir corporal sin sonido ni palabras, narrar la grandiosidad cotidiana de nuestro pequeño día a día -en este caso la dureza y complejidad de la adolescencia en un medio rural- el cine japonés entre otros y no, este no-del-todo-malogrado pero si-poco acertado relato que, sí, cuenta con una digna y apreciada fotografía pero...,¡no se puede vivir sólo de eso!
La sugestiva y nostálgica máxima "...Y entonces fuimos felices" pasó de largo y ¡ni saludó! 



No hay comentarios: