viernes, 12 de septiembre de 2014

The prince

Nosotros teníamos al Duque pero este Príncipe de New Orleans está demacrado, escaso de ritmo y actúa con tan poco entusiasmo que..., ¡nadie tenía cerca una lata de red bull, una coca cola, un poco de salsa o algo de picante para aderezar la comida!
El tráiler hace albergar esperanzas, los nombres de los protagonistas ilusiona, la trama gusta no importa sea nada sorpresiva ni ocurrente, el asumible desenlace es esperado, querido y evidente, todo vale-nada molesta pues buscas acción, guerra, movimiento, pelea, emoción, que te cuenten la historia ya conocida de un ex-asesino retirado al que secuestran su hija como venganza de un pasado que retorna para activar ese demonio interior dormido que una vez fue el Príncipe y dueño de la ciudad.
Sólo que observar a un John Cusack como triste invitado que aparece 5 minutos, un corte y pega al que se le ofrecen unas frases por lástima de aprovechar su aparición, ver la escasa retribución de Bruce Willis en cuya escena final parece un lunático viejo venido a menos faltó de puntería que delira sobre tiempos mejores donde apretabas el gatillo sin más en lugar de contar, contar y contar y fanfarronear sobre el impensable dolor que vas a causar y, acompañar a Jason Patrick de lugar a lugar, de charla en charla, de un escenario cutre a otro peor, de tiro en tiro emulando al Clint Eastwood de un pasado memorable -Harry el sucio sin Harry, con algo de polvo y poco más- o a un excepcional Liam Neeson de tiempos actuales no convence ni acaba de complacer.
Le falta pasión y ambición, garra y carisma, deseo de alcanzar todo su potencial, fuerza de no conformarse con cumplir y nada más porque dada la cantidad de petardos disparados en la escena final diría que las fallas de Valencia peligran para el año que viene, ¡pero si la única escena decente de acción, de puños cuerpo a cuerpo, mano a mano no aparece hasta tres minutos para su final!, y es tan corta que si te despistas un poco te pierdes su disfrute.
Dispara sin parar y siempre da, le disparan sin parar y nunca le dan, ¡ah sí!, perdona, ¡una vez!, porque incluso a Mike Hammer i.p. se le cayó alguna vez su sombrero en sus siempre ganadoras peleas.
Buscas intensidad y locura, demandas furor y adrenalina, energía y un caminar acelerado y veloz sin tiempo a pensar ni razonar sólo actuar, avanzar, disparar, pegar y abrirse paso, hostilidad, aniquilación y un final feliz, lo que encuentras es un simulacro pasable pero poco esmerado, grato si tus expectativas se reducen a un simple a-verlas-venir de muchos relatos similares, películas a montón con misma trama, recorrido y desenlace pero más arte y habilidad en su presentación y ejecución.
No vendas los preparativos para un gran combate entre Mohamed Alí y Foreman y luego ofrezcas al Potro de Vallecas y el aspirante de turno -con todo el respeto para el boxeador español- y frustres la ilusión y esperanza del espectador.
Gusta y se aprecia si se valora dentro de su limitado alcance, dentro de su ajustado margen de entretenimiento y distracción, si aceptas su mucho ruido y pocas nueces, salirse de ahí es aspirar a un nivel de descalabro seguro, fracaso fijo y pérdida de su ajustada estima, fallo de conseguir un aprobado raspado que es lo máximo a lo que aspira.



No hay comentarios: