domingo, 14 de diciembre de 2014

St. Vincent

Objetivo: placer inocente de gusto sin sarna.
El refranero dice "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" pero..., ¿y si lo conocido es genial y lo por conocer adivinación fantástica de apetecible gusto y encanto por venir?
Tras las tres primeras escenas de un personaje uraño y desagradable, de constantes palabras malsonantes e insultos atronadores, cabreado con la vida e infeliz consigo mismo no es difícil adivinar la evolución que sufrirá dicho individuo y el cambio positivo que ofrecerá conforme avanza; cuando surge su compañía femenina embarazada que trabaja como dama-de-la-noche es de libro anticiparse a su benévola relación y despliegue acordado de cuidado mutuo; la aparición de la necesitada vecina divorciada con hijo desvalido a cargo es futurible relación de amistad querida y fantástica retratada con adivinación pasmosa y..., es decir, un argumento clásico, muchas veces visto y obvio en su resolución, que no por ello deja de seducir, encantar,amendrentar cálidamente y gustar con comodidad pasmosa de digestiva aceptación. 
Un excelente y divino Bill Murray que se explaya con total libertad y confianza en su magnífica interpretación cautivadora de deleite ininterrumpido en sus mejores capacidades escénicas y a quien, una esplédida adosada Naomi Watts, un lindo Jaeden Lieberher de gancho para despertar de una somnolencia dañina y revivir el mejor espíritu de solidaridad y ayuda mutua y, una correcta Melissa McCarthy son excusa de cortejo necesario para desplegar todo su talento, destreza y habilidad veterana en un papel exquisito que ni los dioses hubieran escrito más acorde pensando en él,
Traje resultón, conocido y familiar cuyo patrón es copiado de muestras anteriores que no aporta novedad alguna ni sugerencia no prevista pero, de apetencia confortable, holgada y gustosa, espectáculo grato de diversión tenue y relajada visión generosa en su calidez y entregada simpatía, de recepción amable y entonada sintonía que camina sin sobresaltos, con la dosis medida de distracción standard y ternura emotiva acoplada al formato requerido hasta llegar a puerto seguro donde desembarcar de una atracción tradicional de pasos de memorización recordada pero que sigue siendo entretenida y válida para esparcimiento breve y ligero sin complicaciones de restos que acaparen y atosiguen el pensamiento.
Jack Nickolson tuvo a su vecino gay con incordio de perro fino incluido en "Mejor...,imposible", Clint Eastwood tuvo a su familia asiática viviendo al lado para ablandar su duro y castigado corazón en "Torino", en esta ocasión, Theodore Melfi, se sirve de una desconsolada madre desesperada, de una prostituta rusa preñada y de un niño sereño, conformado, de sentida madurez que acepta sin queja las condiciones que marcan su movilidad y nuevo destino y un gato, por supuesto, un guión preparado para la fiesta y el desmadre limitado, de estructura controlada-pasos medidos al detalle-explosión supervisada para no desbordar sus acertados efectos donde se obtiene un convite ameno con música avenida, tierna sensibilidad y un baile gracioso, dulce, entrañable y entretenido que baraja un poco de todo, un renombrado santo del día que tuvo suerte en las carreras, que dejó de fumar en presencia amiga, que cambió el alcohol por la coca-cola y la amargura por el llanto de un niño, su paupérrima soledad por nueva comitiva de presencia alegre que ilumina un hogar que retorna al júbilo y alborozo y un ingratitud devoradora de sangre por cariño, cordialidad y amistad eterna.
Su finalizada aflicción se espera sin ardor ni escozor pero con proyectada ansia y deseo para aplaudir esa felicidad recompensada por ser buena persona y un sacrificado ser que, a regañadientes, lo da todo por los demás, cuento propio para las fiestas que se aproximan, para ver en compañía dispar, que no estropea su apagada diversidad ni la carencia de originalidad, de tibieza climática que se abraza sin remordimiento y se disfruta con complacencia de ser más de lo mismo pero realizado con gusto, arte y esmero.
Un cascarrabias necesitado, un papa Noel con uniforme, mochila y deberes, unos renos adultos de confabulación presente y un párroco-profe molón para una fábula navideña de buenas intenciones, deseadas emociones, voluntad positiva y ejemplarizante ligero sermón final donde las buenas obras se recompensan y la justicia divina reparte solidaridad equitativa a quien se lo trabaja.
¡Es Navidad!, ¡porque no ser optimista, ingenuo y risueño, creer en los milagros y en una justicia celestial que otorga a cada cual lo que merece! 
Suéltate, déjate llevar, márcate un baile, tararea la letra de la canción, sueña con que todo es posible y permite envolver tu corazón con afecto y estima no empalagosa, es fácil de hacer y sienta estupendamente.
Silvina Magari canta "mamá, mamá, mamá llama a los bomberros..., "que vuelvo a creer en imposibles, "mamá, mamá, mamá llama al médico..." que mi corazón se acelera de emoción ante unas bonitas creencias que endulzan mi áspera esencia áun no marchita. 


No hay comentarios: