jueves, 1 de enero de 2015

Happy Christmas

Acoge a su hermana para pasar una temporada con ellos tras la ruptura con su novio y esperando sea una ayuda para la casa y, resulta ser más cría, inconsciente e irresponsable que el propio bebé de la familia del cual, acabas saturada de su boba cara, astiada de sus gestos y muecas y de colmar la pantalla con ñoñerías que ¡no le aguantas ni a tu sobrino!
Rodada con cámara partícipe e incorporada como un personaje más que pasa desapercibido pero está presente siendo testigo de los hechos de modo que, se integra y forma parte inocua del entorno creado, vende un ambiente relajado, común, habitual, de estar por casa, esa naturalidad del día a día costumbrista que no apetece ni motiva ni emociona ni despierta interés alguno más allá de un desfilar inapetente y dormido.
Ahora, la pregunta, ya contestada, es ¿vale la pena?, ¿por voluntad propia formarías parte de esta historia? Porque, realmente, ir ¡no va a ningún sitio!
La nueva visita y protagonista se dedica a beber como una cosaca hasta perder el control e incomodar a los presentes en un perdido destino de movimientos cansinos que a nadie importa, con una amiga de relleno para abultar en el escenario y que seamos más en la anodina fiesta, un hermano yoyó, de letrero escaparate para entretener al incordio de niño y justificar la presencia de una esposa quien, despierta de su somnolencia de ser madre 24 horas al día, iluminación sobresaltada que sintió al dar a luz a su querido hijo para dejarlo todo y dedicarse por completo a él y se inspira, por inmaculado beneficio de la nueva compañía inquilina, para volver a tener una profesión más allá de ser la santificada mamá.
El antecedente de Joe Swanberg es "Drinking buddies" donde se seguía la temática de beber, pasar el rato y anular al espectador cosa que, también se sigue al pie de la letra en esta ocasión, por tanto, mucho no hemos avanzado ¿no?
¡Si al menos las conversaciones y los diálogos fueran algo más que humo de un guión pretencioso que se cuelga la etiqueta de cine independiente y cree que con eso ¡ya está todo dicho y hecho!
Aburre su no ir a ningún sitio, su insípido estar por estar y, aún dentro de su, por suerte, corta duración no logra superar un descafeinado neutro sin apenas sabor ni sustancia, un cóctel irónico de feliz navidad que no funciona ni cómo bebida alternativa, ni refrigerio temporal, ni tentempié breve ni para reavivar al soporífero personal.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y, este productor y director independiente que presume de realizar historias con bajo presupuesto y mucha improvisación, para no ser menos, no ha cambiado de ideas, proceder, formato, estilo ni de mismo cacique envoltorio que ya ofrecía límites en sus otro trabajo y que, sigue ofreciendo carencias en este nuevo.
¿Para qué mejorar, variar o intentar algo distinto si puedo seguir con la misma cantinela de efecto consabido y fruto previsto?
¿Lectura magistral de lo cotidiano o torpeza comunicativa para con el vidente que tropieza con dicha realidad?
Perdidos están los personajes, perdido el espectador y perdido el director-guionista en su propia estancada inventiva de creatividad repetitiva.



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