martes, 20 de enero de 2015

La teoría del todo

"Todos somos diferentes, no importa lo difícil que pueda parecer la vida, siempre hay algo que puedes hacer y tener éxito..., mientras haya vida, habrá esperanza".
Todo el mundo conoce, con mayor o menor precisión, la figura de Stephen Hawkings, los que más sabrán de sus logros científicos e importancia de su cabeza pensante, los que menos les suena por su famosa silla de ruedas y habla por ordenador, por tanto, un biopic sobre su vida debe combinar con maestría equitativa ambas partes, el cerebro magistral lleno de teorías e ideas sobre el principio del universo con el estudiante que tuvo que enfrentarse a una enfermedad motor-neuronal que le otorgaba dos años de vida.
"Demostrar que, con una sola ecuación, el tiempo tuvo un comienzo; una ecuación simple, elegante para explicarlo todo", el agazapado portador de dichas palabras, osado aventurero en su imaginado retroceso del tiempo hasta sus inicios, no será retratado con justicia técnica ni matemática en este relato, será la célebre figura humana, el hombre luchador que sigue creando sin descanso/marido-padre de tres hijos quien sea expuesto en imágenes, un retrato correcto y pulcro de composición y muestra sobre su aceptación, conformismo y adecuación de la enfermedad, el avance en su día a día de asombrosa subsistencia y, una combinación sutil de todos sus logros y evolución más cercana en el tiempo a la actualidad presente, por la cual, ha sido aupado a figura conocida por todos, con mayor o menor grado, me reitero y repito, dos horas espléndidas de perceptibilidad a flor de piel, sabor gustoso y recuerdo hermoso.
Un relato donde esperas el reflejo de la valentía, coraje y empuje de él, sin duda alguna, pues es la impresionante fuerza de voluntad, ganas de saber y descubrir y su poder de supervivencia lo que le mantiene aún con vida pero, donde destaca sobremanera la figura de ella, su primera mujer y esposa durante 25 años y a quien, sin duda, debe su presencia en este modesto planeta desde el cual observa y analiza la infinidad del universo, un impactante filme que combina con humanidad y respeto a un portentoso, magistral y excepcional Eddie Redmayne en la fabulosa labor concienzuda, meticulosa y concisa de ponerse bajo la dificultosa piel y carácter de este hombre irrepetible acompañado, con soberbia firmeza y sobriedad impecable, por una excelente Felicity Jones que aborda el papel de su novia creyente, cuidadora permanente de su necesitado esposo y madre luchadora de sus hijos, encumbre que, por momentos, llega a eclipsar al propio protagonista.
Nunca sabes si estas narraciones de impactantes historias verídicas sobre hombres cuya vida es toda una hazaña y heroicidad son fieles a los hechos o endulzan y magnifican estos con sentimientos de alarde amable y bondadoso para conseguir mayor acepción en el público y mejor venta en la cinta, lo único verdadero es que el filme funciona, emociona, impresiona, sorprende y tiene un ritmo inteligente para no agotar al espectador con términos científicos a años luz de su entendimiento y, optar por el camino de la sentida sensibilidad, delicada afabilidad y maravilla moral de conocer un poco cómo fue y es la existencia de este sublime y reconocido genio, sus esperanzas, amistades, alegrías, retrocesos, dificultades, avances teóricos, pérdida de habilidades motoras, encaje anímico de sus diversas emociones, variada mirada del mundo cambiante desde su parálisis inamovible..., no teoriza sobre todo, expone la fidelidad de los hechos y argumenta sobre sus emociones, combinación que logra captar tu sugestividad más esquiva y mantener tu interés más despistado, atracción ineludible que no se resiste a una ardua y costosa presencia de logros y beneficios dispares.
Cuando tu cuerpo se seca pero tu cerebro permanece intacto, horrible ansiedad de miedo pavoroso llevado con una loable dignidad de provecho estimable para la sociedad entera, perderte en el océano frío y abismal de ese equipaje de andadura que ya no funciona ni responde y hallar un recóndito escondite de comunicación excepcional que vale lo que no está escrito, informatizada voz portadora de las palabras y espíritu incansable de aplaudida resistencia de ese luchador que se rió de su tiempo límite de 24 meses más, una mujer/compañera/amiga a la altura de la importancia de la ilustre estrella plasmado con suavidad entrante, de adorada seducción en su cómoda y afligida visión que no entra en los sinsabores indigestos y momentos molestos de rabia e impotencia ante una vida sin movilidad y dependiente de los demás las 24 horas del día, que prefiere el recatamiento inofensivo de esa parte y explayarse en la grandeza de una vida construida, disfrutada y completa a pesar de lo pedregoso del camino, de lo inalcanzable de la meta y lo complicado de una práctica cuya teoría ya parecía imposible.
Quédate con la versión dulce, agradable y meritoria del relato que es de digno aplauso, mayúsculo reconocimiento y merecimiento de cualquier premio concedido pues, ¿por qué ver el vaso medio vacío cuando es más fructífera, bonita y rentable su lectura positiva medio llena?, rasca ligeramente la superficie y descubrirás la belleza del premio otorgado, araña profundamente y romperás el boleto premiado haciendo añicos toda su magia y resistencia y..., ¿quién quiere éso?
Elegancia y serenidad en el dolor, admiración en el trabajo, concordancia en su disfrute y cariño e imponente simpatía generalizada, una ecuación que lo expresa "casi" todo.



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