sábado, 17 de enero de 2015

El amor es extraño

"El amor no se deleita en la injusticia sino que se regocija con la verdad"
Serenidad, mucha serenidad para aceptar la nueva situación, conformismo, mucho conformismo para sobrellevar una incomodidad que roza el límite de lo soportable, resignación, mucha resignación ante la imposibilidad del espacio para ser, ardua paciencia y máxima entereza que se agota a cada avance malogrado de un equilibrio desfallecido más, una deliciosa e hipnótica música de acompañamiento para una magistral pareja, interpretada con delicadeza, soberbia y enorme intuición de penetrante sentimiento complaciente, un John Lithgow y Alfred Molina que forman un núcleo espléndido de amor maduro, sabiduría de años y una devoción que supera inconvenientes y sobrevive con pureza a esa valentía de cumplir su sueño personal de matrimonio con papeles cuando llevaban toda una vida unidos por un corazón, alma, razón y afectividad mutua que los hace inseparables, queridos y entrañables para los ojos de un espectador que los acompaña con esa loable actitud de quien, teniéndolo todo, se encuentra sin hogar pero con mucha esperanza de seguir caminando pues si "cuando se cierra una puerta, una ventana se abre" y "Dios aprieta pero no ahoga", sin duda, la lotería afortunada de su encuentro, hace tiempo librada, continua firme a la espera de que ruede el bombo para volver a agraciarles.
Cuando convives con alguien, amigo/familiar/extraño, descubres cosas de él que no sabías, que no quieres ni te apetece saber e, incluso, que no deberías conocer para mantener intacta y sana vuestra relación, más cuando la situación es forzada por una carencia económica procedente de un inesperado despido que rompe la armonía, estabilidad y vida acomodada y grata de una pareja homosexual, ya entrada en años, sabia y conocedora de la dureza de una existencia cuando hay que pedir limosna aunque sea a seres queridos que amas, te aman y a los que adoras con locura.
Del cielo al infierno, del paraíso a todo un martirio de convivencia donde lo peor es la separación de la pareja protagonista, una distancia física atroz, de elegancia sublime en su performance que atrapa, cautiva y seduce con placer, emoción, arte y sensibilidad, retazos de un contratiempo que se ofrecen con cuentagotas, sin espectáculo ni explosión pero mucha sutileza para dejar intuir el dolor y malestar de una felicidad quebrada y a la espera de poder continuar.  
La vida es extraña/el amor resistente, ni una palabra más alta que otra en la expresión y contención de una amargura que les corroe lentamente, envuelta en educación de formas y deseo de aguante por una gratitud que roza la cumbre de la amabilidad correcta al romper la estructura de un hogar que se adapta para acoger al nuevo inquilino, no saber cual es tu sitio cuando estorbas en todos lados, cuando interrumpes la existencia cotidiana de relación perfecta, una pareja con todo dicho y hecho que se comunica sin palabras, tan sólo con su buscada y necesaria presencia, una situación extrema que propicia el conocimiento interior, no pretendido, de ese círculo privado de hogar sólo reservado a sus integrantes y, la oportunidad sigilosa de encauzar a ese joven promesa, perdido y bloqueado en su complicado crecimiento, con todas las opciones abiertas, un relato sencillo pero exquisito en sus efectos anímicos que fluye con ligereza, suavidad y gran calado receptivo, de añoranza a su término y tierno recuerdo en la memoria.
Es parca en la información vertida, exigua en los detalles apalabrados que certifica con portentosa presencia física, no necesita grandes explicaciones sólo devorar su respetuoso andar de pasos suntuosos observados con adorada lentitud, sobriedad y esmero, un pequeño episodio de una vida vivida con respeto y grandeza de respiración tenue y cálida, de concisa y acogedora gratitud que nadie lamenta de escoger pero, puedes lamentar sea tan breve y tenue en su profundidad aunque ahí reside su belleza, templanza en una contemplación que se comunica con las formas y el incisivo estar sin querer ni pretender pero tampoco evitando el don de la palabra innecesaria.
Soy vulnerable a tu lado más amable, carcelero de tu lado más grosero, soldado de tu lado más malvado, arquitecto de tus lados incorrectos, propietario de tu lado más caliente, artesano de tu lado más humano..., soy quien te ama, no necesito más.



No hay comentarios: