miércoles, 14 de enero de 2015

Pete Smalls is dead

Pete Smalls..., ralentizas y frenas la absorción para una aparición a bombo y platillo de deseosa consumición donde, que estés muerto o no ya importa poco pues te ganó la partida una ausencia cognitiva y anímica que se adelantó a tu revelado y poco fructífera aparición.
Un circo, con imágenes llamativas de mucho colorido, alarde explosivo de luminosidad y estallido a la invención suprema de libertad creativa, tiempo espaciado para su contemplación que, sin embargo, bebe de la venta de una extravagancia, excentricidad, rareza e incongruencia que no tiene fondo ni consistencia en su artificial locura de montaje.
Un ex-director de cine retirado desde hace 10 años, al cargo de una lavandería, un hecho fortuito -robo de su perro- como excusa para mover pieza y que vayan desfilando personajes dispares y alternativos que atraen, gustan y causan interés, en un principio, hasta que percibes que es todo un numerito de expresividad frenética y locura visual con voz en off de acompañamiento ocasional, giros y más giros fanfarrones para llegar a una fiesta de cumpleaños 
espectacular para la vista, de atracciones humanas en su variedad extrema y perpleja pero cansina, vacía e indiferente pues tanta danza, baile y movimientos histriónicos sirven de poco si su guión, si sus diálogos, si su camino recorrido no tiene la fuerza, motivación, empeño, frenesí y ardor de mantener al público despierto, con atención incandescente para no perderse la siguiente escena estrambótica y, nada de eso pasa, lo único que pasa es que tanto amigo surrealista, escenas chillonas, preparación detallada para cautivar la vista e impresionar el alma por la mezcla estridente y el juego fascinante de combinar un poco de todo, mover la coctelera sin descanso ni temor y exponer la belleza de esperpento que resulta está toda nula de sustancia, es una juerga continua de esterilidad incompetente que pretende una altivez y originalidad que se le escapa por la boca pues como ese amigo cargante, presumido y jactancioso que se cree el rey del mundo, que espera que todos se paren para verle 
desfilar y, que presupone que cada sonido y palabra emitida se retarda ante la gloria dicha se observa, soporta, sigue y escucha con esa melancolía interior que insiste y certifica un como-me-la-has-pegado, como-he-caído en tu sugestiva trampa de apasionante belleza externa, presentación majestuosa por su alternativa y distancia respecto lo común para descubrir un comúnmente y, por tristeza, normalizado vacío interior de laguna inspiradora que lo vertió todo en la envoltura del regalo pero se olvidó de confeccionar algo a la altura del esplendoroso escaparate.
Todo por un amigo, mover cielo, tierra y secuestrar si hace falta pero, elevas la tensión para aplastar la ambición, alimenta el atormentado deseo de apetencia y exquisitez pero lo deja desganado y famélico ante la hambruna de sabor para el esperanzado paladar, un seductor Peter Dinklage alrededor de quien se mueven las marionetas con arte, gracia y estilo de apariencia y deja de contar, no busques calidez interna/sólo performance de mucho ruido y pocas nueces, no gestiona bien sus ocurrencias/se limita a malabarismos y explotar su vena artística decorativa de hueco desganado en sus entrañas.
Alexandre Rockwell rompe lo cotidiano, exagera lo normalizado, oferta lo singular y exclusivo, chaladura ingeniosa de juntar ingredientes excéntricos pero los baraja con una trascendencia y caos que apenas osa llamar la curiosidad, la adrenalina apenas se despereza vuelve a dormirse y, la ilusión con la que acoges su apertura y genial banda sonora se apagan poco a poco hasta que muere en decepción de escaso alimento que llevarse al cuerpo.
No se vive de ficción argumental de poco contenido que satura el aire, colapsa el ambiente pero no despeja las dudas sobre su ineficacia a la hora de transmitir su validez cautivadora, ansiedad por esperar y recibir/nulidad en la acogida ofrecida, oferta estrambótica merecedora de más impacto en el resultado, tanto estupendo galimatías argumental que se deja sentir ya en la cabecera y tan fallido menú confeccionado.



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