sábado, 7 de febrero de 2015

Alma salvaje

"Alma salvaje", si no lo pongo en duda sólo que, ¡aquí mucho no te enteras!
¿Por dónde comienzo a escribir, qué vale la pena mencionar si es que hay algo que destacar que merezca el tiempo, papel y pluma empleados -soy una clásica que se resiste lo que puede a las nuevas tecnologías- en una historia vendida como gloria fantástica de delicia exquisita y dónde, a la media hora ya me estaba confirmando yo misma, con anticipación no desmentida, la decepción y anonadada visión de un relato que apenas despierta interés ni vocación alguna por seguir a esta mujer en su cruzada personal?
¿Qué se murió tu madre, pilar de tu vida, y entraste en un proceso destructivo de sexo con cualquiera y drogas por doquier?, ¿qué necesitabas un proyecto, meta de esforzado cumplimiento, para demostrar tu valía, solidez y aguante?
Si esa teoría es genial, sabrosa y apetecible, de consumo expectante y gustoso en su proyección venidera sólo que, este viaje ha resultado ser un camino de mirada desganada y compañía poco motivante/apenas suculenta donde, aparte de observar los flashbacks, que por lo menos ofrecen información llevadera que te despierta momentáneamente de tu inevitable sonmolencia y adormecida atención para, irremediablemente, recaer en ella de nuevo una vez vuelve la sosaina de su andadura reflejada, no hay mucho que ver, apreciar o contar, ni siquiera una bella fotografía de hermosos y atractivos silencios e impactantes profundos sentimientos.
Transmite dejadez, aburrimiento e indiferencia pues, a tan logrado reto de la protagonista, le han olvidado insuflar pasión, fuerza, garra, atrevimiento, osadía, emoción, salsa, ritmo, energía..., es decir, que el guionista debería haberse bebido una lata de red bull o coca cola para no escribir, con tal pasividad y desdén, lo que debió ser a todas luces pura adrenalina de coraje y valentía en la respetada y esmerada superación de los miedos y fantasmas personales, aquí transformada en rutina cansina sin pizca de gracia, atrape o estímulo que impidan y eviten tu desconexión, alejamiento y distancia segura y cantada que, aparecen ya pronto sin poder evitarlo ni tampoco quererlo ni pretenderlo.
Todas las nominaciones a premios que se quiera, todos ellos merecidos, mérito y consideraciones, todas las que se quiera, a su excelente interpretación para Reese Witherspoon pero, párate de contar ya que, habrá sido un papel maravilloso y magnífico de beneficios dispares para la oscarizada actriz pero, el espectador permanece aislado, separado y sin intervenir en una excursión que apenas deja muestras de su aguda dureza, ardua resistencia, consistente empeño, loable compañerismo, devota paz hallada y penetrantes sentimientos descubiertos que te cambian la vida y fortalecen tu espíritu.
Son muchas las películas que han retratado estas historias de superación de una crisis personal, de identidad, búsqueda de uno mismo y de las ganas e ilusión por la vida y su magnificencia, descubrir los tesoros que oculta la tierra, el cosmos y su soberbia y distinguida creación de elegancia y majestuosidad al alcance sólo de los que se curran una aventura de desgaste, emotividad, compensación y logro supremo, casi todas ellas han resuelto, con facilidad pasmosa y eficiencia agradecida, el arte de plasmar la delicia del viaje emprendido, reflejo de tan meritoria hazaña, sus espectaculares paisajes e impresiones cautivadoras que se agitan e inquietan sin control ni stop durante dicho trayecto, la armonía, pacto y compenetración naturaleza/persona cuya gloria anímica no tiene precio ni parangón, orgullo y respeto de un/a consigo mismo/a, calma placentera de disfrute latente, nervio de superación que nadie ni nada vence, descanso del alma/saneamiento del cuerpo..., ésta no pasa por ser su mejor ejemplo ni reflejo, más bien excursión de fin de semana por romper rutina y cambiar de costumbre a ver qué sale.
Me sobreviene una melodía de Joan Manuel Serrat que rememora versos de...,"Caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino se hace camino al andar, al andar se hace el camino y, al volver la vista atrás, se ve la senda que unca se ha de volver a pisar, caminante no hay camino sino estelas en la mar..."; está claro que Antonio Machado supo captar como nadie, ¡no digo ya -ironía para quien no lo pille- Jean-Marc Vallée y su sosegada representación!, la brillantez, voluntad, resistencia y constancia de mover un pie, que le siga el otro hermano de recorrido y crear un merecido y ferreo andar, de sintonía alegre, cuya fatiga se alivia gracias a ese espíritu indomable que no desfallece ni muere ante las complicaciones, los agravios y las dañinas circunstancias que azotan y hieren, la próxima vez ¡vente a hacer el camino de Santiago!, ¡yo me divertí mucho más!



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