jueves, 19 de febrero de 2015

Lasa y Zabala

¿No es un crimen recitar de memoria, sin apenas sentimiento, afecto o ganas, de carrerilla gramatical memorizada los versos de García Lorca?, ¿no es delito pronunciar sus escogidas palabras, bellos íntimos vocablos sin sentir su pasión y frenesí o apreciar su hermosura?, ¿castigo de pena merecida no transmitir su emoción y delicadeza exquisita, de profundidad amarga y desoladora, al transformarlos en presente voz y ser captados por el agudo oído?
Si alguien de fuera, extraño ignorante de nuestra historia y desconocedor de los nombre Lasa y Zabala, viera este relato, ¿crees que se llevaría una impresión digna, justa, potente y corrosiva de la importancia de estos hechos en el pasado de nuestro país?, ¿de su inquisitivo daño, error imperdonable y crudeza de actuación que cuestiona los poderes y la misma democracia?
Los irlandeses, con su propio conflicto, realizan películas de aplauso, impactantes, sobrecogedoras, fustigantes y demoledoras sobre los hechos deleznables que tuvieron lugar mientras éste duró, los americanos hacen filmes de Oscar sobre su aberrante esclavitud de la gente de color y las atrocidades cometidas..., ¿es ésto lo mejor que sabes hacer, Pablo Malo?
Un relato frío, sin garra ni chispa, de sensibilidad nunca hallada ni sentida, vacío anímico por su nulo aporte de conmoción, exaltación o atención digna, ausencia de fuerza, energía y ardor, simplemente correlación de los sucesos y su procesamiento judicial, todo ello narrado con un débil y flojo guión, peores diálogos, y unas actuaciones estériles y distantes que apenas conmueven ni sugestionan ni evitan un distanciamiento anímico y mental que surge sin previsión y que cancelan el poder apreciar e involucrarse merecidamente en lo contado.
Y, eso, es faltarle el respeto a los dos muertos, no evocar toda la tensión de esos días, el desgarro vivido, la incertidumbre familiar, la humillación de las víctimas, el pundonor de los miembros participantes,la vergüenza política, la adrenalina del juicio, la presión mediática, el colapso público, la inmoralidad de quien se vale de la ley, la angustia de lo oculto, la frustración de la mentira, la dominación ilegítima apoyada en instituciones, la alienación inquietante de su poder..., pasar por esta historia lúgubre y apetitosa de contar y filmar, como quien lee y observa una película de asesinos y asesinados de media-baja calidad es nulo perdón meritorio.
Hablamos de un gobierno democrático que organizó un grupo para secuestrar, tortura y matar a gente etarra en secreto, sirviéndose de su cargo y, para la postre, éstos se equivocaron y eligieron a víctimas inocentes..., ¿cómo puede ser que me aburra y me tiente la somnolencia durante su visión?
Imperdonable la cinta tenue, escasa y sosa realizada, sin apenas valor ni coraje, poca claridad informativa y suculencia perceptiva en la presentación del escenario de 1983, desdén y desgana en la investigación policial y procesamiento judicial 10 años después, propuesta estéril de motivación apenas despertada que vuelve a separarse involuntariamente, a la mínima oportunidad, a pesar del inicial y apetitoso interés racional por ella pues, cualquier documental sobre stos marcados y agonizantes hechos es más apetecible, placentero y le da mil vueltas.
Necesario, justo e importante rodar y narrar estos acontecimientos para conocimiento de futuros, constancia de la posteridad y compensación del pasado sufrido pero, más empeño, esmero, astucia, picardía y cautivadora ostentación, diestra profundidad en su desarrollo y resultado, no un ejemplo de la debilidad que, en ciertas películas y momentos, muestra el cine español en su trabajo y filmografía.
"¿Un último deseo para el pueblo vasco?, que caminemos cada uno hacia donde queramos pero con dignidad, que esto no vuelva a ocurrir más"
Sabes ese comentario inocente y espontáneo que todos emitimos al ver, en el telediario, una noticia impactante, sobrecogedora y espeluznante que impresiona, sorprende y te deja sin palabras..., ¡de aquí sale una película genial!..., sigue esperando pues, la realidad, supera con creces esta ficción.



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