miércoles, 4 de marzo de 2015

El país de las maravillas

"¿Has cambiado el cubo?"; cuando la responsabilidad presiona tanto que surge la tentación del abandono.
Y si el ave de Nino bravo, que escapó de su prisión para sentirse libre y poder volar, resulta que ¡prefiere volver a su jaula, prisión única de hogar conocido!; a quién, no le ha dicho su madre, ¡pues si no te gusta esto, ahí tienes la puerta!, y no no hemos ido ni movido, como mucho te has largado al parque más de la cuenta para asustar un poco y relajar tu cabreo pero, ¡has retornado a la seguridad y calor del lugar nacido!
Una casa, papa, mama y tres hermanas pequeñas más una compañera de vida que convive con ellos y que no se molestan en explicar por qué y, Gelsomina, una dolescente sumisa y obediente que soporta el peso patriarcal de su ruinosa familiar y que cumple, devotamente, con sus interminables y duras tareas encomendadas, mano derecha insustituible de su padre quien mantiene a su estirpe lejos de la sociedad, apartados de su insana existencia y de comodidades que atraen el mal y la perversión, sólo contacto con una venerada naturaleza que proviene todo lo necesario a la espera de ese inminente fin del mundo del cual, se cree convencido; un arduo y peliagudo día a día primitivo y naturalista para una niña madura, experta apicultora, que no conoce mundo más allá de las paredes de su gélida y tosca casa, rudimentario existir que se verá tambaleado y cuestionado al intentar, la locura, de poner puertas al campo ya que, toda rutina, tarde o temprano, se ve alterada, momentáneamente y la variedad se abre hueco en una tradición angosta de ermitaños puros y vírgenes con la llegada de un atractivo concurso televisivo y un expectante chico ayudante que le harán soñar, desear, crear expectativas y ansiar algo más que su habitat protegido.
Maria Alexandra Lungu interpreta magistralmente a esa joven adulta, encarcelada en una torre rural, agria y desaborida cuya apetencia por la ciudad y todas sus posibilidades seduce su curiosidad y crea fondo de fuerza y rebeldía para intentar lo nunca imaginado ni jamás pensado.
La prosperidad de la cinta es complicada de hallar y difícil de saborear, resulta bastante vana e insulsa, poco agradecida a pesar de lo interesante del planteamiento, observar su tosco y rudo andar repetitivo de día tras día es la base de este relato que vive de sus secas imágenes despreciando el don exquisito de la palabra y la riqueza de unos diálogos, en más de una ocasión, necesarios para despertar y mantener la suculencia por ella en su elegido caminar.
Estéril, austera, destartalada, toda la atención que despierta su propuesta de inicio no se ve confirmada, rotundamente, con su contenido y marcha, su inspirada curiosidad se diluye, sin llegar a desaparecer, pero sí mitigando la potencia y fuerza de un evocador principio que no saca todos sus nutrientes y beneficios en su trayecto y proceso resolutivo, sólo anclaje de amada responsabilidad que recae sobre una inocente y virginal niña que se atreve a desplegar sus alas e intentar, por sí sola, planear levemente y donde, su vuelo es tan corto que apenas da para breve brisa que degustar, mortecina dedicación de compensación superflua para un espectador que anela más inquietud, desasosiego, profundidad, mayor sustancia y captación emocional por su martirio voluntario y elegido.
Pasaje al país de las maravillas donde no se explota toda la angustia de esta Alicia de Umbría y donde, Alice Rohrwacher, deja sin transcurrir rutas de sugestiva explicación y gratas opciones tormentosas que hubieran hecho la delicia de su público específico pues, no es cuento para todos, sólo para paladares pacientes cuya paciencia no es seguro se vea totalmente satisfecha por el fruto recogido, más bien, anodina y poco encantada.
"¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? Eso depende, en gran parte, del sitio al que quieras llegar. No me importa mucho el sitio. Entonces, tampoco importa mucha el camino", pero sí mantener la ilusión, afecto y seducción por el mismo.



No hay comentarios: