sábado, 11 de abril de 2015

Blackhat- Amenaza en la red

La sinopsis y el tráiler, mucho más cautivador que toda la película, nos dicen que un avispado hacker está realizando un ataque masivo a las redes poniendo en peligro la seguridad nacional de China y Estados Unidos que deben colaborar para hacerle frente y atraparle, por tanto, ya vas sobre aviso de encontrar lenguaje técnico y explicaciones arduas que no entenderás del todo y donde te conformarás en captar, más o menos, por dónde anda la cosa y cómo se maneja todo el cotarro; sin embargo, lo que no esperas es el absurdo y lelo caos narrativo montado que queda en vacío inútil, juego estéril en cuanto a emoción, motivación y seducción donde, el cacao mental proporcionado, al elevar la temperatura, y la audacia de adentrarse en su resolución van al son del despropósito de un argumento que pierde la atención del espectador, quiera o no, porque se esfuerza tanto en presentar algo interesante, incógnita hábil de desenlace sólo accesible para expertos que, la verdad, se la coman ellos solos porque 133 minutos de cinta para cuatro tiros, un cutre robo y mucho galimatías que encierra originalidad cero/nada de ingenio ni gracia es mucho pedir a la paciencia, sobretodo cuando a los diez minutos, tu subconsciente ya te está advirtiendo que la cosa no pinta bien y que tiene apariencia de chamuscada gansada camuflada de altivez sofisticada.
Y que, para ofrecer un mísero y burdo robo de plata y efectivo mejor dame a Jeremy Irons y "La jungla de cristal" que tanto número en pantalla, en lugar de 
papel contante y sonante, cansa y, al menos éstos iban directos a lo que iban, entretenían y le ponían ganas, no como esta pretendida guerra de ratas, que se mueven a través de cables de ordenador, manejando sus diestras teclas para no entusiasmar un ápice y aburrir al personal que mira desde fuera.
Porque, si se busca mostrar la facilidad de acceder a todo tipo de información, la sencillez de provocar un colapso económico, la agudeza de desestabilizar naciones con un sólo tic, el poder de crear pánico en los mercados, la fuerza de desequilibrar la estructura de don poderoso capitalismo..., aparte de que ya se ha visto en anteriores ocasiones con más arte y atractivo, la pregunta incontestable es ¿en qué estabas pensando Michael Mann?
Porque esto, de toda la vida, se llama venderte la moto, tomarte el pelo, que te la cole un chino -nunca mejor dicho-, has intentado alcanzar un nivel presuntuoso y te se ha ido la olla, buscabas la grandeza y has perdido la pinza que sujetaba toda lógica, prometías langosta de primera calidad de Galicia, con denominación de origen, y por el camino 
cambiaste a copia falsa china -nunca mejor dicho, me repito-, sin sabor ni gusto, timo de excesiva duración que, dada su banalidad e inconsistencia, te podrías haber ahorrado la invitación; cierto es que, siempre está la opción de no asistir pero, ¡tienen tanta habilidad y perspicacia para presentar cena tan suculenta de degustación de platos exquisitos!
"No quiero tu lástima. Yo soy dueño de mi tiempo, no las instituciones. Todo el tiempo allí dentro lo dedicas a tu cuerpo y tu mente..."discurso muy bonito, de calado mensaje metafísico, sobre cómo superar las penurias e incovenencias que huele a fruta madura de segunda mano del mercadillo, bola de frases categóricas que comprar, de nuevo, en los chinos -¿casualidad?-, sólo que el espectador es inocente de recibir tan injusta condena, tan ingrata pena por haber creído, como ingenuo visitante, que la 
excursión valía la pena y que, los encargados de dicho tour, se molestarían en aportar sustancia y diversión válida y no este montaje direccional que sale por donde le apetece y donde ya da igual quién sea el terrorista, cómo lo haya logrado, qué quiere, si le atrapan..., simplemente, has agotado toda esperanza y energía y anulado cualquier resquicio de inspiración para escribir dignamente sobre ella.
Aunque, claro, si al responsable de "Collateral" se le acabaron, a medio camino, las brillantes ideas -¿las tuvo desde el principio?-, su inquisitva pregunta sería ¿qué hago para rematar este puzzle de escaso contenido y desgastada apetencia?..., tampoco hace falta pensar tanto, tengo a Thor de protagonista, que luzca melena rubia, cuerpo musculado, que finja saber lo que dice y hace y tape deficiencias..., pero es que ¡son muchas debilidades!, de un guión que se come su propia cola al quedar encerrado en su personal trampa y tanto estropicio no se arregla con urgente portazo, explosión inesperada, melancolía fingida y ¡enfrentamiento final a lo Steven Seagal!
No mates mi espíritu revulsivo que me cuesta alimentarlo, mantenerlo en forma y ¡con vitalidad!



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