viernes, 10 de julio de 2015

Maggie

Una chica de 16 años de un pueblo de América es infectada por un zombi. La joven tardará 6 meses en convertirse en zombi, y la transformación afectará la situación en su familia, en concreto a su padre, que continúa manteniendo su amor incondicional por su hija.

Aterrador demonio que duele en el alma


Veinte minutos, dale veinte minutos para presentación de los personajes, planteamiento de la situación, apreciación de la temática, observación de la puesta en escena e idea estimada de su evolución y resolución y ¡ya está!, el resto es un deambular por el círculo construido en tu cabeza con los elementos aportados, sin nada significante o añadido que te haga despertar de esa somnolencia aburrida de dar vueltas y vueltas a lo mismo esperando la llegada del diablo, de ese humano irreconocible, ido, ahora totalmente inhumano que sólo piensa en devorar carne de sus semejantes y que, hacia diez minutos del final, consigue elevar la temperatura un mínimo pero no lo suficiente para amnistiar al resto de fotogramas y minutos.
Porque el concepto interesa, epidemia agónica e incontrolable que transforma a tus seres queridos en monstruos come piel, plasma, vísceras y cuerpos de sus iguales, la desolación y devastación de sus imágenes es atractiva y curiosa, como afecta a las emociones y sus contradicciones, dilemas dispares de sentimientos espantosos de quienes rodean a la persona, quien va impregnándose de señales zombies del mal en su alma y olvido de su razón, apetece y estimula, la pausa, melancolía y lentitud del apocalipsis familiar seduce, consumo de indigesto placer pero, una vez aceptados todos los estados anímicos, aflicciones y esencia de su transcurrir ésta se interrumpe a si misma entrando en un bucle de pesadez y poca inspiración que aniquila y mata las buenas aptitudes del espectador que, en su feroz y alentador inicio estaba dispuesto a indagar, acompañar y urgar en la herida atroz con motivación y empeño hasta que, pausadamente se interrumpe dicho anhelo al tropezar con una losa repetitiva que poco avanza, que desanima y desalienta tu pasión y afán, que hecha por el suelo sus frescas y nutritivas intenciones para concluir un desapego y desconexión que no te deja dormido por poco.

Loables, también exageradas, alabanzas para Arnold Schwarzenegger que, aunque muy meritorio el reto de enfrentarse a los sentimientos y frustraciones, disyuntiva espeluznante de un padre que observa y padece, sufre y agoniza en su devastado interior ante la conversión de su amada niña en un lobo caza humanos, sigue sin poder superar el hermetismo de su cuerpo y la sequedad de su rostro, estático y rudo porte que aquí le vienen al pelo para sacarle partido como cabeza de familia que debe afrontar el espantoso e impotente final de uno de ellos al tiempo que debe proteger al resto, con su compañera filial de dudas, miedos y dura batalla, Abigail Breslin, correcta tanto en sus tormentos como en sus momentos tiernos y sensibles.
Henry Hobson indaga minuciosamente, con espacio y tiempo, en cada una de las etapas del proceso y cómo afecta dicha aberrante andadura de angosto equipaje a todo el que le rodea, detalle que se centra en la percepción de las agonizantes y dolientes sensaciones, en la crueldad de elección más que en la explayación física y visual de la enfermedad y sus desvastadores efectos, no alimenta el morbo de la imagen, la desproporción del espectáculo que podría perfectamente haber explotado para deleite de quien busque saciar la vista con fluidos rojos y carne podrida, en su lugar opta por los silencios, la lentitud, el escalofriante sosiego de destino venidero, el aceptar con martirio, poco a poco lo que sin remedio está por llegar.
Inicio prometedor que se traba a si mismo al perder la destreza y habilidad de sus inicios, comienzo de partida gustosa y adictiva que escasea y falla al decidir como manejar y exponer sus ideas y material puesto en juego, la ruina y mortandad de su apertura se convierte en un sentarse en la sala de espera a restar los minutos de la llegada de lo inevitable, ese miedo y terror que conviven con amor y cariño hacia un ser que pronto será animal de instintos, en quien

ella misma sabe..., "El demonio se agita a mi lado sin cesar, flota a mi alrededor cual aire impalpable, lo respiro, siento como quema mi pulmón y lo llena de un deseo eterno y culpable..."Queda lejos de la profundidad que merece, que quiere transmitir y reflejar, no logra eclipsar con intensa rotunda los 101 minutos pues, los pasos escogidos como guía y ruta. desconectan al público induciendo una negativa letanía de la que se salvan 20 minutos, otros pocos al final, el resto sin expectación ni estancia sugerente.
"Lágrimas sin consuelo te hirieron en el corazón, en lo más profundo de tu piel te desgarraron el alma..., te hirieron en tu ser al quitarle la vida a tu rosa querida..., llora, desahoga tu dolor aunque tus lágrimas no sean ya tu consuelo


Lo mejor; el peliagudo tema que aborda.
Lo peor; queda a distancia del aliento merecido 
Nota: 5,4