domingo, 6 de septiembre de 2015

Mientras seamos jóvenes

Jamie y Darby forman una joven pareja de espíritu libre que ayudará a un serio documentalista, Josh, y a su mujer Cornelia Srebnick a liberarse de sus prejuicios. 


Declaración de intenciones..., ¡aceptar tu lugar!
"Creo que deberías abrir la puerta y dejarlos entrar. ¿Abrir la puerta?..., podría ser bueno para ti!, aunque ¡cuidado!, pues el tierno arcángel, de cara simpática y seductora, puede ser un farsante manipulador que te use a beneficio propio, sin carga de conciencia ni remordimiento, con la palabra de no ser un mentiroso sino, sólo un diseñador que adorna la honestidad para hacerla más interesante.
Porque "quería ser admirado, quería un protegido", mientras el susodicho pensaba "quiero ser insalvable", dos distintas caras de una moneda que se alterna en el tiempo pues los momentos pasan, las oportunidades se pierden y no se puede aspirar a seguir siendo un veinteañero cuando has pasado la barrera de los cuarenta, porque cada fase tiene su época, porque la edad pesa, los fracasos anulan y la obsesión por el éxito entorpece la creatividad objetiva, porque se dejan de hacer cosas para enfrascarse en eterna parada que ni se mueve ni avanza, donde la seguridad y confianza fallan y la inspiración se relega al olvido.
Y aunque el mundo no es una conspiracion contra tu persona, no un puñetero bromista que se empeña en dificultar la existencia, si que es cierto que la vida tiene su tempo, su ritmo y, o te subes a tiempo o, entretanto, quedas retrasado, sin consideración ni espera ésta sigue su marcha mientras tú estás entretenido haciendo planes, sucede ¡sin más!, y toda tu frustración por la oportunidad perdida, por la apuesta nunca ganada debe absorberse, canalizarse para poder seguir adelante y no estar nublado por siempre
La generosidad de una nueva amistad, la alegría de un volver a ser, apertura a una etapa pasada para revivir y componer lo nunca hecho, sólo que es ficción creíble por las carencias nunca resueltas de una hermosa aventura, decorada para que te guste y atrape a tu ego, admitir donde te hallas, quién ya no eres y quién todavía puedes ser, no jugar al ridículo de un lugar y posición que ya no te pertenecen y sacar todas las posibilidades de tu real ser.
Noah Baumbach vuelve a conseguirlo, vuelve a presentar un film cargado de verdades dolorosas narradas en clave de humor irónico, agudeza de unos diálogos fluidos, irreverentes, osados e inteligentes para una cinta fresca, ocurrente y bohemia, descaro que permite meditar e inmiscuirse en el lío mental de sus protagonistas, gracias a la armonía y coalición de sus dos intérpretes, Ben Stiller y Naomi Watts -se centra, especialmente, en el primero-, que forman una pareja vitalista y espontánea que, tras breve torpeza por fascinante y fatalista fantasía, dejan paso a su realidad; incorformistas que deben amoldarse y resignarse pues el paso del tiempo -la gran estrella, siempre presente y recordatoria-, con sus consecuencias, recelos, decepciones y daños actúa, hiere y critica, escuche o ignore la razón, sienta o finja el corazón, simplemente, ahí está.
No es tan divertida como ostenta a ser, alegre sí/risueña no, tiene momentos muy logrados, de cumbre sarcástica y ridiculez escénica, pero también otros tanto poco motivadores donde se pierde la conexión establecida, que sin duda vuelve a recuperarse, aunque no se puede negar que no es lineal la exposición de su dramaturgia cómica, vive de altibajos que se intercalan y aspiran sin voluntad pero con todo su positivo y áspero sentimiento, lo cual deja una sentida discontinuidad compensada por la profunda reflexión sobre la madurez y lo que conlleva vivir realmente en ella.
"No es maligno, sólo es joven", y arrogante, verificada incompatibilidad de no serlo más que te hace rabiar, explotar, reconocer y tolerar, podrás ser mancebo de espíritu pero tu cuerpo ya no lo es, paradoja que debe amoldarse en un texto loable y absorbente que presenta, de forma ingeniosa, los contrastes y reveses de ambos mundos; personal disconformidad, en el símbolo genérico de la tenencia de hijos, como admisión de aceptar tu sitio.
Transtornada en su devenir, es un caos neurótico de quien ya no recuerda a dónde pertenece, enojado con el tiempo, rastros de juventud todavía se acopian en su esencia, pero hay una verdad que tiene y que no resulta esquiva, su piel pierde lozanía, pequeños achaques llaman a la puerta, ya no eres un chiquillo loco de cabeza inquieta, sino un señor que debe empezar a respetar a su persona.
Contradictorio a la sociedad que vivimos es el cine característico, de sello indiscutible, de quien firma el escrito y acierta en la dirección; con todos sus contrapuntos, mantiene vivo el interés.
"Mientras seamos jóvenes", sólo que ¡ya no lo eres! 



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