jueves, 3 de septiembre de 2015

Passion

Isabelle, una joven ejecutiva de cuentas de una agencia publicitaria multinacional, y su poderosa jefa, la ambiciosa Christine, pasan de mantener un romance a comenzar a odiarse hasta límites insospechados... Nueva versión de la película francesa ‘Crime d'amour’ (2010), de Alain Corneau.


Deliciosa exquisitez de papel para Rachel McAdams y Noomi Rapace, gloria caída del cielo, más concrentamente de un reconocido Brian de Palma, que escribe y dirige la obra, y sobra argumentar o exponer los laureles de tan magistral director, que lleva años demostrando su talento y valía por ser uno de los mejores en su profesión; es entendible que, con ansia y sin pensar, se lance, cualquier actor o actriz, a ser llevado y conducido por tan sabias manos, de mente exclusiva.
Sólo que esta vez, el referido repertorio actoral, no parece haber tenido la suerte de su lado pues, inesperadamente, han ido a tropezar con un mal día, o jornada, o temporada laboral del citado artista, certificado manifiesto, la presente, de que cualquiera puede tener un fallo en su currículum, retroceso en su historial filmográfico, reparo que tiene que ver, no tanto con la dirección, como con un guión ya venido con antecedente en año previo, y a la cual, justamente, le falta esa pasión que tan lustrosamente títula la cinta, ese arrebato, éxtasis y emoción de ver desfilar los personajes, sus delirios, engaños y venganzas y no poder resistir la espera de la continuación.
Fotogramas irresistibles de escenas atrayentes que seducen e impactan, atrapan y enamoran por descubrir la siguiente estrategia, complot, argucia y misterio a resolver, intrigas de la malvada -siempre hay una- que intenta ganar como sea, corromper al 
puro de corazón y mancillar la inocencia más, esa cenicienta, aquí mujer hábil, independiente y trabajadora, aunque débil en sus emociones, que deberá superar todas las barreras y artimañas de la bruja para lucir y llevar la corona, tan merecida, de princesa triunfadora.
La fuerza y carisma de quien era dulce y bello pero tuvo que ensuciarse para vencer en el juego, dos lados de una misma cara forzados a tomar las riendas de la situación aunque, para la actual partida, tristemente, no se desprenda gran motivación ni perspicacia; una vez presentados los personajes, no es difícil intuir el recorrido y conclusión, previsión anticipada que, aún así, no estropea la velada.
Sí que lo hace la carencia de vigor, energía y consistencia en lo narrado, fichas apropiadas que circulan sin explosivo sentimiento, con ausencia de adrenalina y desaparición de una lujuria, que ni asoma la cabeza, por el inhóspito interior de las piezas de este, no tan complicado ni ardiente, rompecabezas.
Un lobo devora a otro lobo que, en principio, parecía cordero, el acorralado cordero sufre, soporta y padece la venganza de ambos pero, los inocentes van al cielo/los culpables al infierno, por tanto hagamos camino de una investigación, no muy aguda ni ingeniosa, a pesar de que todos prensentimos que, la estancia en el averno ¡debe ser mucho más divertida!
Seguimos y hay más falsos ángeles, con careta, que demonios sinceros sin ella pues, el dócil caloyo se cansa de recibir y no dar, actitud que, llegado el momento, ni te causa estupor ni suspense, curiosidad que no alcanza los decibelios previstos ya que, vive de una planicie tensorial, de una vacuidad sensorial, que evita entrar de pleno en esta cárcel que cambia de manos, carceleros y víctima según transcurren los minutos para hacerte enrolar, en una última incógnita o carambola, según se quiera, que tampoco es el colofón de cierre de una estupenda velada, más bien recurso de mago desesperado por despertar a su público, de un desinterés y distanciamiento cognitivo, más que evidente. 
Si, en este caso, no predices la codicia y desespero, la tortura y enigma, ¿que queda entonces?, desfile suntuoso, de una cuidada estética, que no se ve reforzada por su pareja de baile, ese firme y sólido argumento que debe agudizar tu mirada, hacer temblar tu pulso, al tiempo que acelera ese ritmo de un corazón impaciente por saber de su desenlace; nada de ello ocurre en este caso, comodidad visual de quien, a distancia y sin posibilidad de implicación anímica, observa tenue y relajado, el compás de una melodía tranquila e imperturbable, que intenta hallar el estruendo de una soberbia sinfonía de Beethoven pero que queda, maltrecha y desganada, en su osado intento.
Otra vez sera, Brian, la susodicha cae en repentino saco roto, sin alma, únicamente un fino y apreciado estilismo, súbita tristeza por tratarse de ti y demandar, como espectadora, más nivel de lo proporcionado; con un pasado de admirado respeto por la obra de Hichcock, que tan notablemente has 
reflejado, aquí, sin embargo, parece broma elegante de quien no se molesta, en demasía, en realizar un gran esfuerzo creativo pues, cuenta con su renombre como venta segura.
Aún con dos actrices estupendas, que se entregan al máximo y lo dan todo -magníficas por separado/perceptible falta de química juntas-, este remake no logra desplazar la labor ya realizada por Alain Corneau, en su momento, y se entiende que, estas nuevas versiones de hermanas mayores, se realizan con objetivo de mejorar la anterior, de aportar ese toque distintivo que la destaque y recuerde por encima de la mencionada; sobra decir que, ¡nada de nada!
Pobre y fugaz recuerdo, dos adjetivos demoledores para una pasión que, en pocas ocasiones, resultará tan fría y mustia; pasividad, como golpe maltratador, que no merece mi desencantada ilusión.
No deja de ser curioso, el escaso sexappeal demostrado por de Palma, a pesar de su intento y querencia de ello.
Imprevisto fiasco, doloroso desengaño.



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