domingo, 25 de octubre de 2015

Black Mass: estrictamente criminal

Boston, años 70. El agente del FBI John Connolly convence a Whitey Bulger, un mafioso irlandés que acaba de salir de la cárcel, para que colabore con el FBI con el fin de eliminar a un enemigo común: la mafia italiana. Esta nefasta alianza provoca una espiral de violencia que permite a Whitey eludir el control de la ley, consolidar su poder y convertirse en uno de los más implacables y poderosos gángsteres de la historia de Boston.


Interesante de conocer lo que en su día pasó pero ni memorable, ni impresionante, no evoca la fluidez de intensos sentimientos o la emoción de una gran intriga.
Antes de ver la película había leído las alabanzas a la soberbia interpretación de Johnny Depp, muy cercana a su loable papel de Donnie Brasco, su vuelta al verdadero cine, la grata recuperación de este genial actor, la consistencia del guión, la rotundidad de una dirección que se aproxima al talento lector de Scorsese, la maravilla de conjunto gracias a unos magníficos secundarios que enriquecen una base, ya de por sí sabrosa e impactante etc, etc, etc..., y sin negar nada de lo expresado y lo mucho escrito que ahora no recuerdo, la sentencia interrogativa que me incomoda es la siguiente -que incluso me negaba a admitir hacia mi misma-, es buena pero..., ¡no tan buena!, no es para tanto ¿no?
Porque el atractivo de la historia es que es un hecho real, rienda suelta a la criminalidad sin complejos, tapujos y con ayuda extra de los federales pero..., tampoco es tan admirable, escalofriante, asombrosa o espeluznante, ¿no?Puede que sea porque ya vamos servidos de relatos verídicos de criminales de la época, puede que porque, en el fondo, todas estas crónicas informativas de lo sucedido en el pasado se parezcan, la reflexiva y sentida verdad es que es entretenida, amena y apreciada en su espléndido trabajo, estás atenta, sin dudarlo, durante todo el relato a la encadenación de los malévolos hechos pero..., tampoco es culminante, sobresaliente el efecto que provoca en la audiencia, ¿no?
Admitiendo la estupenda labor, en todos los sentidos, de cada uno de los participantes y cuidados elementos que intervienen en la presente cinta, ésta no sobresalta, ni excita en cantidad ingente, suena a relato de importante organización mafiosa ya oído, conocido y visto anteriormente, ni tan asombroso ni tan sorprendente, sólo que con diferente capo en distinta localización pero, en esencia, misma imundicia violenta de abusos, drogas, asesinatos y poder para trepar y conseguir abarcar cada vez más que no se haya contado en ocasiones pasadas.
Una pequeña mentira blanca para proteger una verdad mayor y, poco a poco, te vas auto convencionendo de la honorabilidad de tus actos, negando e intentando acallar a tu sabia conciencia que haces un bien a la comunidad, que es ético y digno tu proyecto cuando estás tan sucio, pringado, maltrecho y deformado como tu querido amigo del barrio, adorado colega de la infancia y cuya lealtad y devoción saldrán caras pues “lo importatne no es lo qué haces, es cuándo y cómo lo haces, a quién o con quién...si nadie lo ve, no pasó” y Whitey Bulger era experto en ese juego.
Aunque la ironía, en este caso, es que testigos con ganas de hablar los había a raudales, ¡será por ojos presenciales de las innumerables delitos y atropellos del referido gánster!, quien se movía a sus anchas desahogando su rabia, frustración y odio a través de esas acciones donde se manchaba las manos de sangre en lugar de delegar dicha tarea a sus secuaces, pero como digo y me reitero, no hay excitación ni incógnita grave que te mantenga nervioso sin emitir un suspiro de la tensión respirada, nada novedoso que no suene familiar.
Excelencia para la película/no tanto para su consumo y digestión que no deja de ser sugestiva y atractiva de escuchar, peculiar saber de un nuevo caso, en este caso el monarca y dueño absoluto del sur de Boston, orgulloso lider sentado en su trono pero, tampoco deja tan suculento recuerdo ni su deje de sabor es tan denso y profundo ¿no?
Extensa narración llena de solidez, sobriedad y estilo visual, la corrupción a ambos lados del tablero, peones que sirven a un rey cuyo líder únicamente piensa en él, codicia, mucho maquillaje, lentes azules para el líder y una apreciada estética, juego de aprovechamiento mutuo, de mentiras incesantes y una mancillada verdad que a pocos importa, el amo y señor campa a sus anchas hasta que llega un león mayor, más feroz y astuto que lo desbanca aunque, sigue mi cognición introspectiva insistiendo, es buena pero..., ¡no tan buena!, no es para tanto ¿no?




No hay comentarios: