jueves, 26 de noviembre de 2015

Sicario

En la zona fronteriza que se extiende entre Estados Unidos y México la joven Kate Macer, una idealista agente del FBI, es reclutada por una fuerza de élite del Gobierno para luchar contra el narcotráfico. Bajo el mando de un Matt Graver, un frío miembro de las fuerzas gubernamentales, y de Alejandro, un enigmático asesor, el equipo emprende una misión que lleva a la mujer a cuestionarse sus convicciones sobre la guerra contra los narcos y los límites de la ley.


Tierra de lobos, si no eres capaz de ser uno de ellos ¡ni aparezcas!

Tus oídos lo cuestionarán, tu mirada se desviará, tu estómago vomitará pero “al final lo comprenderás”..., da miedo que dicha sentencia final sea fiel a una generalizada actitud que todos, o la mayoría, comparten en silencio y sin protestar.
De menos a más, como el buen vino que, cuanto más tiempo pasa, mayor es el placer de su degustación, ofrece sus pasos con concienzuda firmeza de saber el terreno que pisa, esa bestia Juarez, con sus enrevesadas calles, trampas mortales para ratas no invitadas donde se juega al apunto y tiro sin dubitación, sin previa pregunta, sin cuestionado debate posterior, el verdadero enemigo a batir por la encerrona y ventaja que aporta a quien juega en casa, ese cartel -ya no se sabe ni el nombre pues proliferan como las alimañas-, devorador parásito que tiene en frente un contrincante que tampoco se queda corto en cuanto a trampas, perversidad, actos deleznables y malas prácticas.
Porque si no soportas estar en primera línea, retírate; si no puedes con la presión, finge no estar capacitado; si no quieres presenciar la inmoralidad de
resolución efectiva y provechosa para la sociedad ética y digna, calla y no protestes, no se te pide colaboración activa, sólo que no dificultes lo que funciona según los objetivos previstos.
El gran debate de si el fin justifica los medios, si todo vale por el bien de la nación, de si tienes valor y resistencia para ser de los permitidos buenos, con malas formas, que mantiene a ralla a los odiosos y aberrantes malos, o no hay diferencia y todos, canallas, dentro del mismo saco.
“Nos tenéis totalmente a oscuras”, pero ¿quieres realmente ver la luz?, ¿la porquería que se esconde cuando el sol ilumina y los rayos despejan la confusión nocturna, para traer ese escalofriante proceder de abrumador encontronazo, pero necesario presente, para la quietud que te permite llevar tu vida?, ¿tienes coraje para cambiar las cosas y aguantarlo?, u oídos sordos, mirada al vacío, sentimientos al aire y ¡que hagan lo que tengan que
hacer!, yo a mi casa y a mi cerveza de los domingos con los amigos.
“Ahora vas a saber lo que es conocer a Dios en tierra yanqui”, libertad absoluta a la violencia, barbarie, horribles artes de métodos idénticos al rival, sucia acción, de adrenalina ascendente, que hipnotiza e indigesta por su rienda suelta a la tortura y muerte no importa cómo, dónde ni quién muera o apriete el gatillo, avanzamos hacia el blanco perseguido, los peones del camino no importan, cadáveres sin nombre que se acumulan y a nadie preocupan excepto a una lejana y desconocida familia que, sinceramente ¡que se busquen la vida! pues, no soy yo, no es de los nuestros, eso es ¡lo que sí importa!
Espléndida fotografía de majestuoso territorio que se extiende como hambrienta telaraña a la espera de que caigas en sus redes y sin remedio te atrape, paciente observa, tienta, oferta calma en su aspecto, inofensiva presencia de quien parece no mueva ficha
pero, como magnífica gacela está al acecho de todo, atenta, meticulosa para echarse encima de su víctima y que sea imposible su escape.
Y así actúa esta inquietante cinta de Denis Villenueve, con tranquilidad, duda, tensión y confusión de no saber el suelo por el que se anda, sólo observar la hora y no perder detalle del minutero, para más adelante informar de cómo funciona este feroz y aniquilador reloj de fuerza y respuesta contundente que no se detiene por nadie, únicamente tiene vista para esa presa que está en la lista y, a salir a su caza, caiga quien caiga.
Las interpretaciones son fulminantes, cautivadoras e impactantes, todos ellos te seducen y sugestionan para evitar tu parpadeo conforme ruedan y cada uno va tomando posiciones, electrizante intercambio escénico cuya calidad registrada va en aumento según evoluciona una historia que te hiela y repugna, atrae y horroriza, esa verdad oculta que, básicamente no quieres conocer por no poder tolerar su maldad, crueldad, horror, impiedad y atrocidad pero que existe aunque, el marrón ¡que se lo coma otro!
Vas a salir convencida, totalmente rendida a sus pies,
su comienzo es lento y pausado, hormiga que va acumulando datos hasta tejer el telar que muestra todo el tinglado, da igual estés o no preparada, te has dejado guiar por los titulares, arrastrar por la curiosidad, por el morbo del ajetreo y espectáculo, confías en el comandante de este frenético navío, la inhóspita misión está en marcha y llega a esa explosión de angustia, dolor, emoción y acongoja estando al frente, en pleno campo de batalla, inmersa en su devenir, eclipsada por la narración, estupefacta por los hechos, impresionada por el trabajo, petrificada por el resultado, conmocionada tras su finalización y debatiendo sobre ella tras su posterior digestión..., ¿cuál es tu postura?, ¿hay una única?, ¿tengo que elegir?, ¿no puede ser un poco de cada?..., difícil conformar esa dignidad de certeza de lado correcto.
Sicario, asesino a sueldo, según quién pague parece más comprensible y perdonable, él aprieta el gatillo pero no por ello los demás resultan menos culpables pues, si sales beneficiado de su actuación y existencia, entonces apruebas su mano ejecutora aunque nunca sea dicho en voz alta pues, nunca se estuvo allí y nunca existió nadie.
Confirmado, mejor vuelvo a la tranquilidad de mi ignorancia.

Lo mejor, va introduciéndose, en tu revuelto corazón y angustiada alma, con calma de rotunda eficiencia.
Lo peor, un publicitado tráiler puede hacer que desesperes en su instrucción inicial.
Nota 7


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