martes, 17 de noviembre de 2015

Straight Outta Compton

A mediados de los 80, el barrio californiano de Compton era uno de los lugares más peligrosos de Estados Unidos. Cuando un grupo de jóvenes convirtieron sus experiencias vitales en una música brutalmente sincera que se rebelaba contra la autoridad, le dieron voz a una generación silenciada.

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“Estás a punto de presenciar la fuerza de la experiencia callejera”, somos NWA (Niggaz With Attitude), “hacemos lo que queremos, decimos lo que queremos”, letras explícitas que reflejan nuestra realidad hecha arte, cultura urbana de Compton, lugar donde nacimos y crecimos, violencia, marginación, drogas, abuso policial, racismo, discriminación, peleas, muertes, tiros y navajazos, es nuestro día pasado, nuestro recordatorio presente, nuestro talento se denomina gangsta-rap, somos Eazy-E, Ice Cube, Dr. Dre, MC Ren y DJ Yella, cinco años de exitosa y frenética carrera convertido en película gracias al talento y visión de Gary Gray, que regresa al hip hop de los 80-90 y la producción de una parte de los propios integrantes.
Puede que nada de esto te sirva de mucho para elegir la cinta, ese fue mi caso, ignorante total de este género musical, del grupo protagonista y la ciudad de origen que tanto les influyó en su experiencia para escribir sus agresivas y potentes letras, fuí a ciegas dejándome guiar por los comentarios vertidos sobre ella y por la curiosidad

informativa de quiénes eran, qué hicieron, cómo lo vivieron y su posterior desenlace, y con actitud de hallar respuesta a los referidos interrogantes me embarqué en 147 minutos de largometraje que ¡tampoco es poca cosa!
Y con esas entras en faena y sales satisfecha y contenta de lo narrado, suficiente para hacerte una idea del nacimiento, recorrido, expresión narrativa, estético estilo y conclusión de esta desconocida banda que ahora resulta un poco menos extraña y más familiar; tampoco te da el frenesí de acudir a Google a investigar sobre ellos pues el relato es correcto y adecuado, que no es lo mismo que ardiente, conciso e intenso.
Te documenta, para ser precisos.
¿Con voracidad sincera?, liviana más bien dicho; ¿con veracidad fiel?, a tanto no llego pero el producto gusta, se consume con facilidad, curiosidad y gratitud

y es anécdota instructiva e investigadora sin arrepentimiento de dedicarle tu atención y tiempo.
“Nunca sabes lo que necesitas hasta que lo necesitas”, nunca sabes las sensaciones de una cinta, por mucho que leas sobre ella, hasta que la digieres en persona, al igual que tampoco sabes del placer de un álbum por oír únicamente su canción de apertura en la radio, es un riesgo voluntario darle la oportunidad a un trabajo, a sus sensaciones, ilusiones y percepciones, nunca sabes qué habrá o saldrá, la sorpresa siempre puede llamar a la puerta, “nada es seguro, hasta un gran talento puede caer en llamas”, pero por si te sirve de ayuda, es

impresionante la fuerza interpretativa de sus actores, su realismo escénico, palpable retrato de un barrio y las condiciones que del mismo se arrastran, no especifica mucho de sus vidas personales, se centra más en los tres primeros y relega en parte, a los otros, a meros acompañantes, más un Paul Giamatti siempre cumplidor y entregado como mánager descubridor que esconde al lobo que anhela comerse a una caperucita -E pretenciosa, irreverente, desmadrada y ególatra cuyo éxito de cuento se le sube a la cabeza y le explota.
Los demás tampoco se quedan cortos en cuanto a codiciar y malgastar la gallina de los huevos de oro, y con el plus de leer la traducción de sus provocativas

canciones, que rozan lo permitido en la libertad de expresión sin incitar al delito de la agresión, violencia y ensañamiento, y los coflictos, celos, decepciones, enfrentamientos y demás resto de un grupo de hermanos del alma que pronto recordó, gracias al deseoso don dinero, que no compartían apellido ni sangre, pasas una velada entretenida, amena y sugestiva, vigorosa por escenas, explosiva por otras, sin llegar al summum enérgico de un video clip -sobretodo por la duración comparativa es ridícula- pero si es cierto que borda los momentos musicales y su puesta en escena.
“Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer”, es decir, un biopic homenaje a la banda y a Eaze, integrante fallecido cuyo último intento fue volver a agrupar la hermandad que tanto daño se había hecho; “no puedes ponerle precio a la tranquilidad”, y buscando dicha paz personal cada uno inicia

camino propio, no sin respetar y añorar lo que un día fueron, precursores de un estilo de composición y música que hablaba de sus calles, circunstancias, usado como arma denuncia para proclamar a los cuatro vientos lo que estaba pasando.
No supone lamento alguno su visión, depende de tu conocimiento sobre los mismos hecharás más en falta potencia, información y concreción sobre los hechos; expone lo conveniente para estar al tanto de su loco, agitado y veloz lustro, de sus relaciones y cómo éstas terminan, y si ofreciento lo justo ya dura dos horas 27 minutos, ¡imaginas si hubieran sido detallados!
NWA, Negros Con Actitud, que salieron del barrio y su ciudad para comerse el mundo aunque, no todos lo consiguieron, ejemplo y modelo de artistas posteriores se le rinde tributo; acude a su cita y, simplemente, observa y escucha; interesante, sin duda, lo es.


Lo mejor; indagar sobre ellos, más sus interpretaciones y rotunda puesta en escena.
Lo peor; que con tan larga duración, aún se haya quedado mucho en el tintero respecto la faceta personal que compartieron.
Nota 6,5




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