viernes, 25 de diciembre de 2015

¡Esto es la guerra!

Dos agentes de la CIA, grandes amigos desde la infancia, se enamoran de la misma mujer. Su amistad desaparece y se enzarzan en una batalla de proporciones épicas que pondrá en jaque a la ciudad de Nueva York.


Mentiras arriesgadas, que provocan la guerra en familia.

Los amigos lo son por siempre, contra viento y marea, por encima de las tías, novias o avispadas de la noche, de citas a ciegas por internet o solitarias de vídeo club un viernes que vayan a la zaga; es machote lema nunca roto ni puesto en duda por los colegas pero, siempre hay excepciones, como esa inesperada velada no programada, de accidental encuentro, que se convierte en algo sólido, firme y querido que realmente vale la pena.
Pero, claro, son dos jugando a este juego, amistad levemente puesta a prueba para recreo de una audiencia, que se divierte viendo a dos adultos competir por la guapa de la clase, mientras ella se deja halagar y deslumbrar por el afán cariñoso, devoto y enérgico de ambos tratando de conseguir su amor.
Aunque, por supuesto, se juega en categoría superior, contamos con las especiales habilidades de dos agentes secretos y la entera agencia a su disposición para espiar, indagar, fingir, adelantarse en la estrategia y lograr que sea él, y su equipo, quien logren la medalla del novio del año que enamora a la chica.
Pero este distendido cara a cara entre hermanos de sentimiento, confianza y lealtad tiene normas, ese pacto de caballero que ambos respetarán para que sea el mejor quien se haga con la princesa, entereza de cumplimiento venido abajo como oportunidad de explayarse en el humor, la risa y ese esparcimiento
grato de entretener, sin complejos ni grandes dilemas pues, no olvidemos que es tópica producción norteamericana que no transgrede su moralidad de fondo.
Si observas con precisión, a pesar de toda la juerga, enfrentamiento y engaños entre gente que se quiere bien, el fondo es la solidez de la pareja estable y el matrimonio como objetivo final a lograr o recuperar, lo cual te adelante con facilidad su evolución y ganador de la partida; aunque, seamos benévolos, todos ganan pues, son gente ¡guay! que merece hallar la felicidad del amor entre eternos compañeros, así como con esa mujer que nunca te fallará.
Diálogos frescos, rapidez de desenvoltura, tropiezos fingidos, malabarismos para vencer, trucos de manga por doquier y mucho encanto y alegría para un romance envuelto en etiqueta de atractivo gamberrismo local, para unos estupendos actores -Tom Hardy, Reese Whiterspoon y Chris Pine- reconocidos en su profesión, que no tienen que lidiar con excesivas dificultades para cumplir con su papel.
Alegría, pasión, cita tras otra, amiga consejera inoportuna y una desleal apuesta, de positivo resultado, dada la bonanza de sus jugadores, sólo se solicita de ellos que estén guapos y digan sus frases con ocurrencia y salero; “no elijas al mejor, elige al que te haga mejor persona” porque, en la base de tanta banalidad afable, hay mensaje serio de chica desesperada que debe encontrar chico para ser feliz en la vida y, de repente, se encuentra con el dilema de tener a su disposición a dos buenorros hombres que beben los vientos por ella pero...,
..., ¡cuidado!, que es buena y decente persona, que aunque parece que juegue al libertinaje, a ir de lado a lado y tiro porque me toca -como buena feminista ejerciendo su liberación de actuar sin explicar ni cuestionar- no es así, ella no hace esas cosas; primero, antes de pasar de segunda base, confiesa
su osada fechoría de andar saliendo, al tiempo, con dos atractivos galanes.
Tampoco hay que exigirle lo que no vende ni promete, es válida para tiempo laxo donde no hacer trabajar a la mente, relajarse de la rutina del día y olvidar los quehaceres a realizar a la mañana siguiente; no quieres hacer nada, que nadie te moleste, no deseas pensar, te da igual la gratuidad del argumento y obviedad del discurrir, que sea guión barato de fácil invención y evidente plasmación, todo vale si te complace el momento, echas alguna carcajada y la sonrisa se mantiene, en una media oportuna de aparición y permanencia.
Es el príncipe azul cortejando a su princesa, con
trabas del tiempo y baches derivados de su profesión, y aunque existen dos caballeros a la espera de su elección ¡tranquilos!, ninguno se quedará solo y abandonado..., es un dulce y entrañable ¡cuento con aires de modernidad!, ¿qué esperabas?, ¡que la princesa diera calabazas a ambos, he hiciera vida por cuenta propia!, ¡vamos!, es dulce franquicia hollywoodiense, nadie pierde en las fábulas románticas, únicamente los malos de espíritu y cuerpo, y aquí, como no, todos son puros de corazón y alma.
Que empieza la partida que la noche se prevé divertida y, al final, ¡habrá beso de la chica!

Lo mejor; es inofensiva, su visión no hace daño, e incluso puede tener efectos placenteros.
Lo peor; elegirla buscando algo más serio.
Nota 5,1


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