martes, 8 de diciembre de 2015

Sinsajo -Parte 2

La última entrega de 'Los juegos del hambre' nos muestra a una nación en guerra, en la que Katniss se enfrenta con uñas y dientes al presidente Snow. Con la ayuda de algunos amigos, entre ellos Gale, Finnick y Peeta, arriesgará la vida para salir del Distrito 13 y eliminar al presidente Snow.


Si no se remata con magnificencia la faena, el fantástico trabajo previo queda difuminado y desaborido.

Es como ¡un sálvame de luxe de la guerra!, un artificial montaje para vender falsa realidad y reavivar el espectáculo; ¡atención!, ¡noticias de última hora! se anuncia a bombo y platillo que los rebeldes avanzan, que Sinsajo muere unas cuantas veces, que revive tantas otras, donde el líder vende su versión, la contra-atacante réplica el sermón, se lanza nuevo discurso, las masas afloran, propaganda de ambos lados para exhibir ese anclaje circense de quien se quiere mostrar ganador, y de quien prefiere el disfraz de falso perdedor.
El juego es el pilla-pilla, haber quién es más listo, corre y sabe ocultarse mejor, destreza y habilidad de táctica para llegar a palacio y conseguir el trono, esa idílica libertad que permita elecciones libres y la pérdida de ese dictador que establece las normas; sólo que ¡cuidado!, porque no siempre lo nuevo es opción más válida que lo habido ya que, la veteranía y astucia corren por ambos lados, y realmente ¡tampoco se diferencian tanto!
La verdadera acción, emoción y adrenalina llega durante la última hora, mientras asistimos a una partida de ajedrez de cálculos, avances, retrocesos, previsiones, esperanzas y resultados comedidos que, uno tras otro, van sumando rehenes, derribando alfiles, tumbando caballos hasta llegar al supremo rey, objetivo inicial de toda la disputa, acto que se espera con celeridad, tentación suprema de uno contra uno, ahora..., ¿será tan grandioso como la imaginación prevé?; sigamos observando...,
...,salto temporal y todo aclarado, la paz hecha
realidad, ya presente pero ¿cuál es la trampa?, ¿quién la prepara?, ¿cuándo se envía?, respuesta: “no se puede proteger a nadie en la arena”; vencemos a un dictador para colocar estrenado patriota aunque ¿se mejora?, ¿valió la pena?, el equilibrio es injusto, sed de venganza se coloca de nuevo en primera línea, vuelven los juegos del hambre con protagonistas cambiados, misma porquería/diferentes y similares actores, el espectáculo regresa a la gran pantalla de la tortura para saciar a los vencedores/castigar a los vencidos.
Revolución para acabar con una tiranía y establecer nueva ordenanza, pura flecha que cambia lo cambiado pero ¿nunca variado?, ¿o si? Katniss nunca decepciona, nunca lo pone fácil, se intentará no repetir los horrores, evitar la tendencia a la destrucción y violencia, volver a casa y tener una vida pero ¿dónde queda la verdadera líder?, ¿esa espectadora que consume la cuarta y definitiva entrega?
Con sinceridad indeseada la saga a ido de más a menos, la explosión visual de fuerza, intensidad y
velocidad memorial se ha ido ralentizando, hacia un final poco grato para la enriquecida mirada de su principio; puede que su evolución tenga la aprobación de la lógica en letra impresa, y de una cabal razón que se guía por la coherencia del autor que la crea pero, para el resto, para esos sentidos de la audiencia que la acompañan en su acogida, éstos quedan a la espera de un mayor nutriente nunca obtenido.
Desde el desconocimiento de la obra, y por tanto ingenua receptora de lo presentado, se siente una desaceleración poco apetecible, que hace minar la estupenda opinión que se tenía de la misma.
“¿Has visto lo que puedo hacer?” “Si, lo he visto”, por ello es una pena esta sensación poco satisfactoria que protesta por lo bajito del ralentizado acto final, esa ingrata queja de esperar más y salir con mucho menos de lo deseado; es la conclusión, cada pieza en su sitio y a recibir cada uno lo suyo, “cada uno tiene una razón para matar al otro”, por ello es ardiente la apetencia de hallar el mismo; una ferviente entrada a la sala que no coincide con el humor resolutivo de salida, la gustosa opinión decrece y tu recuerdo vuela
hacia esa ferocidad de primer hallazgo, que ahora es calma de solución hallada.
El festín no se cierra a lo grande, es más un acople reprimido que los supuestos fuegos artificiales que se buscaban; los juegos concluyen con hambre, fue tal la comilona del primer banquete, tal la gula que en su momento abrió apetito, que ya sólo quedan restos para rematar una cena cuya excelencia fue la llegada, y donde los postres no superan dicha marca.
“Sinsajo”, ¿real o falso?, real pues es sin, sin cafeína, sin pasión, sin azúcar, sin poderío, sin tensión, sin nervio, sin..., sin un montón de elementos con los que se contaba.
No salgo convencida ni contenta.

Lo mejor, se cierra la saga.
Lo peor, fue mucho más reluciente su apertura.
Nota 6




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