sábado, 6 de febrero de 2016

La verdad

Elecciones estadounidenses de 2004. Inmerso el país en la guerra contra Iraq y Afganistán, todo parece indicar que George W. Bush será reelegido presidente de los Estados Unidos. La productora de noticias de la CBS Mary Mapes y su socio, el presentador Dan Rather, descubren una historia que podría cambiar el curso de las elecciones.

Cuando la noticia acaba devorando a su reportero.

Es interesante la muestra periodística que se nos ofrece, esa verdad puesta en duda, por creencias no contrastadas, que verán virar su objetivo para ser ellos mismos la diana; cacería investigada que se saca a la luz para información de un público ignorante que se ve aturdido por su destape y sacudido por el giro posterior de los hechos pues, el cazador es cazado sin conmiseración por todos aquellos que esperaron la oportunidad de tenerle a tiro y no fallar el disparo; crees haber atrapado un diamante en bruto que hará tambalear los cimientos de la política pero, caes en tu propia red, sin escape ni consuelo, por no asegurar las bases de tu planteamiento y poner en duda todo lo que, a partir de ahí, se afirmaba y deducía.
Difícil creer en la verdad cuando ésta tiene tantas caras y enfoques como interesados en sacar partido de ella, el deleznable acto pasa a segundo plano, las posibles consecuencias se anulan, todo pierde sentido y orientación al cambiar el destinatario de la bala por ese que se atrevió a cargar el arma.
Todo por una gran noticia, el deslumbrante y suculento atractivo de trabajar sin desfallecer hasta darle forma y contenido, se cree en ella, se firma su prestigio y veracidad legítima, se asumen las consecuencias de pillar un engaño o falsedad encubiertas que tiran al traste todo lo montado y publicado; no se pide que te postules a favor o en contra, no se solicita te manifiestes sobre la rectitud y honestidad de los implicados, simplemente expone el proceder, desde su origen y primeros augurios, hasta esa confirmación definitiva que sale en antena y que explotará en las manos de quienes la
fabricaron pues, si quieres desprestigiar a un declarante, píllale en una sólo mentira, por pequeña que sea, y se pondrá en duda todo lo dicho.
Desvío de atención cuando no puedas con tu rival, dar la vuelta a la tortilla y que se queme quien intentó cocinar a tu costa, un escueto Robert Redford de acompañante de una íntegra, sólida y siempre espectacular, creíble y sugestiva Cate Blanchett, reina de toda la traca de fuegos artificiales que se lanza contra una exploradora de la verdad que verá como ésta no importa, cuando se trata de salvar el cuello y buscar cabezas que cortar que asimilen el golpe.
Drama periodístico pertrechado en el mundo televisivo basado en hechos reales, intereses económicos de los medios de comunicación expuestos con brillantez, astucia y olfato comunicador por parte del guionista James Vanderbilt, que decide coger al hombro, por primera vez, la cámara de dirección, decisión exitosa y de acertado atrevimiento dado el resultado obtenido; enfoca la atención en una asombrosa actriz que eclipsa y seduce tu mirada, pasando la reseña de los sucesos, el escándalo que hizo tambalear al noticiero de la CBS, Bush hijo y sus argucias para evitar ir a la guerra de Vietnam a segundo plano.
“Lo importante no es si yo te creo, es si ellos te
creen”, y ello dependerá de la jugada, estrategia y las ganancias puestas en juego pues no va a perder la banca por una mala jugada, el lema es: la casa siempre gana; rigor, acompasado ritmo e intriga que llama a la denuncia y reflexión, aunque endeble, no con la robustez presencial de “Todos los hombres del presidente” pues aquí es show de 60 minutos para la caja tonta, que se las da de avispada.
Empieza con entereza para refugiarse, en su segundo acto, en lo “Íntimo y personal” dejando “El dilema” de “El cuarto poder” a un olvido cuyo recuerdo ya no ejerce peso, pues es más suculento ver la traición y hundimiento de la periodista; entretiene, alecciona e informa desde una única visión, el punto de vista de la agredida y autora del libro en que se basa dicho argumento; no es un misil punzante y transgresor, pero detalla el funcionamiento de las grandes corporaciones de la información y deja a elección personal si se trata de vocacionales idealistas y heroicos, o maliciosos y negligentes que utilizan su poder para derruir un gobierno y su política.
La predilección es obvia y manifiesta, tendencia a acoger más una posibilidad que otra, con todo es
formal, rígida, firme y llevadera, perpetua un hecho ocurrido y deja a tu raciocinio la meditación sobre el mismo.
La verdad, ésta poco importa realmente pues es más ínfima y escasa de lo que parece, el mundo y sus habitantes se mueven mayoritariamente por opiniones, tantas como bocas para narrarlas, y para cuando se topa con una verdad, ésta puede ser ocultada y mancillada a base de repetir mil veces una mentira.
Válida sin contundencia, comunica sin indagar ni pringarse; hábil y competente, que no soberbia.

Lo mejor, Cate Blanchett, sin duda alguna.
Lo peor; informa sin dejar gran huella, más allá del momento visionado.
Nota 6,3



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