lunes, 22 de febrero de 2016

Navidades ¿bien o en familia?

Cuando cuatro generaciones del clan de los Cooper se juntan en Nochebuena, una serie de inesperados visitantes y sucesos extraños darán un vuelco a la noche y les hará redescubrir sus lazos familiares y el espíritu de la Navidad.


Los Coopers, demasiados miembros para material tan limitado.

Navidad, dulce navidad con los Coopers, pero “¿quién es esta gente?”..., miembros de una familia tradicional que vende felicidad fingida para una perfecta y armoniosa navidad pero donde cada cual, a su manera, está roto, desolado y decepcionado de la vida que lleva.
Clásica performance para un contenido soso, nada original ni novedoso que se complementa, en su escasez de entusiasmo, con ese desinterés y poco apetito por sus individuales miembros pues, la motivación nunca parte del vidente, nunca se entrega, nunca se exterioriza con ganas por mucha voluntad y bonachona mirada que se les conceda; el material servido flaquea en su interior, en su desarrollo, en su conjunción y en una arcaica presencia que no se adorna ni mejora por muchas tonterías escénicas y juego vocal que se les atribuya a cada uno de sus personajes.
¿Dónde quedó “A casa por vacaciones” y su acción de gracias? ¿su irreverente muestra de lo que es una accidentada unión de catastróficas consecuencias?, ¿acaso no es el mismo juego y planteamiento?, reunión familiar y explosión de todas las ocultas mentiras que por fin salen a la luz, aquí demasiado edulcoradas, ñoñas y suaves como para significar un gran aliciente en su observación y reflexión sugestiva.
La veterana Diane Keaton como matriarca del clan no reúne grandes cualidades ni posee el oportuno carisma, ni su unión con John Goodman les otorga la

mejora de una gran química interpretativa, simplemente recitan su texto de capos de familia avenida en crisis sin gran patrocinio de su navideño lema; la bella Olivia Wilde repetida en un liberal papel demasiado costumbrista en su formación, desarrollo y considerada dirección, Alan Arkin deja las boberías de colega por deprimido divorciado que no pierde la esperanza y..., más o menos todos se mueven por el mismo filo desencajado, que halla cobijo en ese gran día de acompañamiento beatificado, siendo el espectador el desahuciado ante la pobreza del menú ofertado.
Desperdicio de calidad de los válidos miembros de un grupo ameno, que no halla buena estrella ni enfila con dignidad la recta debido a un argumento endeble y alelado, que estima es suficiente contar con el nombre reconocido de los actores, ¡nada más!, así que dejemos de lado el fondo de un guión que nunca halla su gracia ni desgracia, únicamente pinceladas absurdas de conversaciones simplonas e inocentes que nunca caldean el ambiente más allá de la decepción de un espectador que ni ríe ni llora ni colabora, sólo observa el desfile de actores y escenas con ese interrogado debate de preguntar ¿cómo fue
capaz, Jessie Nelson, de desdeñar tal oportunidad y relegar todo el trabajo a tal desaborida necedad, que puede valer tibiamente sí..., no, no puede pues tu análisis espontáneo te insistirá, una y otra vez, en la podredumbre de lo escrito y la insignificancia de lo rodado.
Vacaciones ¿bien o en familia?, ¿no existe una tercera opción? porque ninguna de ambas es digna de aprobar, merecer o estimar; amén de que, voz en off perruna para narrar la melancolía de andadura de su familia humana..., mejor no moverse y quedarse perro.


Lo mejor; su intento de transmitir, el espíritu navideño de unidad familiar.
Lo peor; la conseguida ruina de tal propósito fallido, por un texto vulgar y anodino.
Nota 4,3


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