viernes, 29 de abril de 2016

6 Years

El amor de una pareja aparentemente ideal comienza a desmoronarse debido a circunstancias inesperadas que tornan su vida inestable y violenta, amenazando el futuro que siempre habían imaginado.


¡Te quiero tanto!, que no es suficiente.

Son muchas las teorías que estipulan cuándo se produce una crisis en la pareja, cuándo esa rutina, monotonía y comodidad dan lugar a mirar, con excitantes ojos, lo de fuera y a desvalorar ese amor tenido por una seguridad falsa, por ese erróneo dictamen de que ya se sabe todo sobre esa persona y, por tanto, resulta ya menos apetecible e interesante.
De normal se sitúa en los cinco años, en esta ocasión se ha añadido un cumpleaños más al lustro mencionado, aunque el debate sigue vigente, ¿tanto te llena que no tienes curiosidad o necesidad de algo nuevo, fresco y distinto?, ¿aunque sólo sea un desliz sin consecuencias?
Una especie rara se presenta ante los ojos de quienes les rodean, admiración y respeto, también incomprensión y atractivo de romper tan buena racha, de saber si se puede tentar a quien tiene tan fuertes convicciones y las ideas tan claras. Todo ello envuelto en un edad complicada, la inestable y esperanzadora post adolescencia, esa distorsionada sabiduría de los veintitantos, que lleva a creer que todo será siempre tan idílico pues, es amor verdadero.
Pero se entienden, hay gran complicidad entre ellos, facilidad de costumbres por un conocimiento profundo que te relaja, acomoda y da la felicidad de saber que es una extensión íntima de una mismo pero ¿y si las preferencias cambian?, ¿si ya no van en correlación con la amada persona?, diferentes
apetencias de gusto, por variadas cosas, y distinto deseo de amigos ¿y?..., las cosas se desmadran.
Entonces viene la gran pregunta, el agónico dilema..., ¿vale la pena salvarlo?
Una dura decisión, de yo o nosotros, llevado con esa flexibilidad que ofrece narrar con naturalidad, sin artificios ni grandes dramas, el simple discurrir de una relación que tropieza con ese desvío de no compartir dirección de camino.
Simple, llana y sencilla, no cuenta gran tragedia, su escenario es honesto; un desacuerdo, un resentimiento y una pelea que lleva a decisiones límites, de consecuencias irreversibles; Hannah Fidell cuenta su existencia con tranquilidad, el día a noche con serenidad, la crisis de quienes afrontan una quiebra de sus planes y deben empezar a pensar en solitario, nunca más en unidad porque, aunque duela, es mayor el daño si se sigue unidos.
Sosiego, calma, placidez para una andadura que circula sola; puede parecer lenta, aburrida, poco latente pero, tiene el don de verter sus emociones
con esa franqueza de proceso que, no exalta ni arma enorme estruendo, únicamente rueda por su obviedad con franqueza de los hechos ocurridos.
Breve en su duración, ligera en su contenido, contundente en su desenlace, te lleva a sitio sabido por recorrido conocido; sabes la que se avecina y..., no te importa. No es gran cosa, el marchar de un noviazgo con sus baches, roces y decisiones donde, se pone en duda, la armónica fotografía juntos.

Lo mejor; su naturalidad narrativa.
Lo peor; puede resultar sosa y carente.
Nota 5,5


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