viernes, 22 de abril de 2016

Sin filtro

Pía es una mujer que lleva una vida agobiada llena de problemas, hasta que
un día recurre a una extraña terapia que la hará no tener filtro lidiando con las personas que la rodean.


“La verdad duele, el perdón sanea” filosofía barata de un chino, sin galletas ni fortuna.

Hay días que mejor no levantarse pues todo va a la derriba, directo a una explosión incontrolada de efectos duraderos; aunque, puede que no sea tan mala idea pues, el dichoso papelito de propaganda que encuentras en todas partes, parece insistir en que vayas a verle para probar una nueva terapia que ayude a sobrellevar mejor las cosas y a no ser tan desgraciada, a pesar de tanta maravillosa pastilla terapia de nulo efecto.
Y ¿por qué no?, ¡peor no pueden ir las cosas!
Y a partir de ahí, un torrente de emociones serán vertidas hacia todos aquellos con quienes se tienen cuentas pendientes de rencor, resquemor y decepción por todos los años acumulados de sufrimiento y mal sabor hacia ellos.
El problema es que ¡hay para todos!, y lo que empieza siendo una nueva yo más liberal, suelta y cómoda consigo misma se convierte en una despiadada mensajera, de crueldad sin freno ni pensamiento antes de hablar y despotricar a bandazos, con excesivas ganas gustosas en su alocada andadura, con esa sincera verdad que satisface pero duele y lesiona al oyente que la recibe.
Ahora ya sonríe y está más relajada, por fin es capaz de dormir sin dolor en el pecho aunque, a costa de una soledad donde ha expulsado a todos de su vida
pues, la honestidad se solicita y sanea por dentro pero, si no se controla su dosis de salida y los convenientes tiempos de exposición en que se ofrece, lo único que logra es lesionar a quien se quiere y a uno mismo.
Una simpática historia, de producción chilena, que se mantiene gracias al estropicio de personaje que llega al súmmum del aguante y escoge nueva ruta, de firmes convicciones y letales restos dejados a su estallido paso.
Paz Bascuñan interpreta con gracia y donaire a una mujer que, finalmente se cabrea y expresa en alto sus quejas, en muy alto y con una desproporción numerera, de escenario tirante, que juega a romper y estallar con todo lo que encuentra.
Un comedido y modesto día de furia de una trabajadora competente, pareja indulgente, amiga comprensiva y hermana bonachona que dice ¡ya basta!, ¡hasta aquí hemos llegado! y no, no, “¡no estoy en la reglaaa!!!”
“No hay mejor psicóloga que una ex”, y no hay mejor consejero que un filósofo, de contrabando en su
aspecto, para ganarse la vida e ir de oriental ilustrado pero, la verdad es que ayuda, surte efecto, su espontánea clienta despierta del sonambulismo y se convierte en una kill bill que sólo necesita, sus estrepitosas palabras y acciones alocadas, para poner a cada cual en su merecido puesto.
Nicolás López dirige una comedia simple y ligera pero de grato efecto, fácil de digerir, más fácil de disfrutar pues, entre sus miras está el recrear un ambiente distendido de entretenimiento solvente y chistosa andadura.
Ver a una pagafantas, lela de la que todos abusan, transformarse en toda una lanza misiles de puntería en el blanco es divertido, cómico y no demanda ningún esfuerzo; una subida de adrenalina franca,
que no ingenua ni inocente, sin filtro que le permita mentir, ser educada socialmente o expresarse a través de una camuflada lástima.
Ya le pasó a Jim Carrey que, esto de decir a todos la verdad y no poder mentir a nadie, nunca, era un desastre y todo un lío, mejor volvamos a la locura de querernos, aceptarnos y soportarnos con pequeñas medio verdades que esconden una mentira como una casa, más esa cobardía necesaria, por convinencia, de no expresar nuestras opiniones sin ton ni son y sin calcula sus ventajas y riesgos que, vivir en sociedad tiene sus reglas de convivencia no escritas pero, por torpe y padecida experiencia, bien sabidas y asimiladas.
Risueña, chillona y dinámica, una permitida pequeña travesura en una adulta, agotada de tanta resignación asfixiante; para relajar y que afloren apetencias pobres de no exigir pensar en nada.

Lo mejor; su ágil ritmo de humor cómico.
Lo peor; no se permite, a su desmadre, llegar muy lejos.
Nota 5,7


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