viernes, 27 de mayo de 2016

Noche real

8 de mayo de 1945, día de la Victoria en Europa. La ciudad de Londres celebra el final de la guerra, y en Buckingham Palace, la princesa Margarita y su hermana Isabel, están deseando ser parte de la alegría fuera de palacio. A ambas se las permite salir de incógnito para formar partes de las celebraciones, dando comienzo a una noche llena de emoción, peligro y romance.


Correrías fuera de palacio, castas por supuesto.

Ya en su día, la hermosa Katherine Hepburn se tomó unas vacaciones en Roma, de incógnito de su corona de princesa, para delicia de todo aquel que haya tenido el placer de ver tan deliciosa película; aquí la princesa no está sola y no parece pasárselo tan bien como la susodicha, por lo menos hasta muy entrada la noche, cuando se superan toda una serie de locos acontecimientos sin control.
En busca de libertad para respirar, aunque sean unas únicas horas, múltiples imaginados “y si...” posibles de hacerse realidad, unos engañosos/otros deseados, permitirse un descanso y un liviano momento de júbilo donde el albedrío cogerá el mando para desmadrarse un poquito.
“La vida que vivimos no es para mezclarnos”, pero esta noche la reina madre permite una excepción que llevará a la gracia atropellada, a la inocencia de mirada y al curioseo de ese inesperado contacto externo de dos novatas de la callejera vida, criadas en la protección y formalismo de palacio.
Es simpática, afable y risueña, inocencia urbana de torpe y angelical andada donde las inmaculadas damas son lanzadas a la aventura, convertida en un superar y sobrevivir hasta llegar a casa.
Cándida, se previene mucho de ser osada; el atrevimiento es superfluo y magnánimo, el romance muy suave, se insinúa pero no saborea, se expone pero sin atisbo de peligro; la época lo demanda y el
público lo acepta con moderado gusto, agrada tenuemente con su ambiente jovial de presencia frágil, dada la confusión y desconocimiento en el que se verá envuelta la protagonista.
Un digno héroe para rescatar a la doncella, que en su anónimo camino deja ver anímicas heridas de guerra, decepción profunda de un deber que ha superado el nivel de exigencia y que necesita distancia y tiempo para recobrar la firmeza de su convicciones; dos almas, en excedencia laboral, a la búsqueda de esa atolondrada hermana que no piensa y actúa precipitadamente, experiencia amena de ronda caótica que da para una fiesta linda de asombro, perplejidad y entendimiento, donde hay alcohol de muy baja graduación, donde hay baile pero nunca de subversivo ritmo; todo ligero, todo bello, todo ingenuo y donde sólo cabe sintonizar con ese tono pastel para disfrutar, sin excesos ni sobresaltos, de una noche de celebración, medio pesadilla vuelta inolvidable encanto, cuya infracción será la pureza de un tierno encuentro de bondadosa compañía y ayuda imprescindible.
Ser rebelde durante unas horas pero con la intacta
dignidad de quién se es y lo que se representa, espléndida fotografía envolvente para una añorada música de tiempos añejos cuya pareja Sarah Gadon y Jack Reynor son la mejor razón de su existencia; un guión clásico, en exceso formal, que no da rienda suelta a la proposición que presenta, se contiene y opta por la voluntad de entretener, sin alterar ni un ápice lo descaradamente previsto.
Julian Jarrold rueda con el mismo fervor encorsetado, la comedia no se afianza, el romance ni llega, se presagia pero no confirma, se conjetura pero no contacta; levedad cordial y sociable que pretende pero ni cala ni deja gran huella.
Es sugestiva su ambientación recreada, evoca sentimientos amables de salero y elegancia para dosis controladas de desorden; la noche real no se mezcla con los barrios bajos, por mucho que lo quiera, ni alcanza para ser mundana, del pueblo ordinario; da para correr, preguntar, buscar y volver a correr para, entremedias, desplegar una intimidad que nunca logra carácter ni fuerza.
Pide permiso para salir y vuelve un poco más tarde de lo permitido y mientras tanto, has pasado el rato.

Lo mejor; su recreación y Sarah Gadon.
Lo peor; su manuscrito no permite ni una mancha en el historial de la princesa.
Nota 5,9


1 comentario:

Brianda Pineda dijo...
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