jueves, 9 de junio de 2016

X Men: Apocalipsis

Desde el inicio de los tiempos Apocalipsis, el mutante más poderoso que ha existido nunca, era adorado como un dios mientras acumulaba los poderes del resto de mutantes convirtiéndose en un ser inmortal. Tras miles de años dormido, despierta en un mundo que no le gusta y por ello recluta un equipo, encabezado por Magneto, para acabar con toda la humanidad y crear un nuevo orden mundial. Pero el Profesor X, con la ayuda de Mística, se unirá a un grupo de jóvenes mutantes para tratar de detener al mayor enemigo contra el que se hayan enfrentado jamás.


Los ochenta entran en escena.

Cada uno en su sitio y todos de acuerdo, reflexión genérica de una cinta que coloca las piezas como debe para que encajen en el diseñado puzzle; dibujo ofrecido, en primera estancia, que ahora remata su por qué y la aparición de cada uno de sus elementos, miembros traídos a colación con habilidad y soltura por un guión que sabe respetar y rendir homenaje a los mismos, ya adultos, que vimos y disfrutamos todos en su primera entrega.
Por lo demás, efectos especiales a tutiplén para explosiones incesantes, pues los jóvenes son novatos en el arte de dominar sus poderes; lo cual significa desmadre, exageración, falta de puntería y albedrío involuntario, que se coge una libertad que ni el receptor del mismo consiente.
Están los que son, con su propio espacio, los más diestros y avanzados con más minutos y responsabilidad al cargo; surge un maligno central, mesías oscuro del cual nacen, se supone, la fuerza y magnificiencia del resto y que pretende unir un siniestro equipo A, que barra el mundo para comenzar de nuevo con más tino y acierto en procrear el mal.
Esta vez se retrocede a Egipto, edad antes de Cristo, donde tenemos ese trasvase de conocimiento y control al elegido de turno, pues como buen buda,
perverso y malévolo, debe difundir su leyenda y crear adeptos, forzosos si se tuerce la invitación sincera.
A eso se le une el uso de la tierra como juguete de destrucción al uso, la incorporación estimada de cada uno de los participantes a buen ritmo y sintonía y esa estela pensativa que hace rememores a cada cual, lo sitúes en la memoria y disfrutes, de su previa adolescencia a la madures ya conocida, sin la torpeza de esa guerra de las galaxias cuyo principio insertado fue todo un fiasco, de monumental fracaso; aquí, los comensales están bien dispuestos y los entrantes correctamente servidos para hacer justicia a ese venidero, ya probado, primer y demás platos, que harán la delicia de la cena en compañía de tanto mutante extraño, pero adorado.
“La tercera cinta siempre es la más floja” se comenta tras salir del cine y ver El retorno del Jedi y ésta lo es, tercera en escalafón según cronología de la saga;
cuenta con Apocalipsis cuyo formato da verdadero juego, con el indiscutible carisma de Magneto, con Raven que sigue seduciendo y con El Profesor, que continúa reuniendo con interés y anhelo a la audiencia alrededor suyo.
Los diálogos no son un gran portento, ni poseen el vigor o la contundencia de entregas anteriores; los enfrentamientos y combates son divertidos y entretenidos, pero se mantienen en esa tendencia a la baja al compararlos con lo ya visto primitivamente y, en general, se estima y agradece hayan coordinado los papeles con gracia de adaptación, para que todo quede como cabe en el árbol genealógico de la familia pero, su trascendencia no
alcanza altura soberbia; convence y alegra, fascinar e hipnotizar es otra cosa.
Se apoya en la parte visual y técnica y relega la importancia del guión, así como la emoción que del mismo se espera; gusta, sin duda, pero todos su ingredientes, adecuados y lúcidos, se ofrecen en dosis menor de inteligencia narrativa y humor espontáneo, según lo visto precedentemente.
Armagedon reversible que acumula excedencia de miembros, así como historias personales dejadas en seco; cierra la trilogía y lo hace con acople satisfecho, que no con entusiasmo manifiesto; todos conviven con simetría, no se estropea nada, tampoco arriesga en novedad alguna.
Se limita a informar, dar espectáculo gráfico y
rellenar su largo tiempo, con batallas de novatos en aprendizaje, de rotundidad efectiva e impacto supremo; válida despedida de un ciclo, y adyacentes, interesante.
A esperar la siguiente revalida.

Lo mejor; todo se amolda a lo esperado.
Lo peor; pierde gas respecto al elenco familiar.
Nota 6,4


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