sábado, 9 de julio de 2016

La camarera Lynn

Lynn Zapatek es una camarera obsesionada por la limpieza; se dedica en cuerpo y alma a las tareas domésticas que tiene a su cargo en el hotel Eden. Por aburrimiento, mantiene una relación con el gerente, pero lo que realmente le interesa es conocer los secretos de los clientes, así que husmea en todas sus pertenencias. Además,se esconde debajo de las camas para escuchar lo que sucede a su alrededor. Un día descubre que Chiara es una dominatrix que somete a sus clientes a prácticas sadomasoquistas. Ese descubrimiento cambiará su vida.


Desembarco en el mundo del sentimiento y sus sensaciones.

Personaje curioso, hermético, frágil e interesante de descubrir por lo que hace, por lo que evita, por lo que no cuenta, por lo que no solicita, por lo que se atreve a desear, por lo que afronta, por lo que tiene que encarar en su infértil felicidad.
Una mujer solitaria, cumplidora fiel de su trabajo -el cual la mantiene ocupada con su robotizada rutina-, con un estático proceder, de duda insistente, y una relación problemática y gélida con su madre, cuya apática y tirante relación es evitable a toda costa.
Mala participante del juego de la vida y sus complicadas relaciones, se le da mejor observar e imitar -que tomar creativa iniciativa- en busca de esas experiencias que una existencia inerte y repetitiva le insisten en privar.
Se mantiene cuerda, aunque no recibe compensación ni beneficio de su esfuerzo, gusta de espiar a los clientes e inmiscuirse en sus vidas, para descubrir y saber lo que en primera persona nunca saborea; a escondidas mira y escucha, sin permiso se adentra en sus historias y flirtea con la información recibida, un conocimiento sabroso y exiguo a la par, aunque suficiente para cambiar su estatus actual y osar ir a por más.
Porque el mundo no se detiene ni el deseo se sacia nunca, siempre pide/nunca se conforma y ahora
pretende experimentar para ser jugadora, ya no más una desapercibida vouyer; y siente, averigua, coge firmeza, confianza y decisión de querer y presenciar en carne y alma, ya no un simple curiosear, estar en el campo, en activo..., y por fin sonríe, y por fin sueña en positivo y deja de lado esas pesadillas de las que uno se alegraba de despertar, al contrario de ese hermoso soñar que, aunque no tiene grandes posibilidades de hacerse realidad, fascina, conmueve y alienta la mermada existencia.
Ya no es la misma, ha evolucionado, sus emociones están dispuestas, en pie, su placer satisfecho, sus sentidos alertas a esa oportunidad de poseer lo que nunca supo que quería, pero ha encontrado por accidente casual rebuscado.
¿Qué busca?, ¿qué aprecia?, ¿qué le aflige?, ¿qué le lleva a silenciar su andadura?, ¿qué le llena?, ¿qué le gusta?..., un relato radiográfico de una esencia impasible, adormecida e indiferente -que no insensible- al día a día de los demás, que como bella durmiente despierta de su somnolencia anímica y empieza a ver el presente en azul cielo, sin ese estéril gris que no aportaba ni expresada nada.
Ingo Haeb realiza una medida y escrupulosa
construcción de su personaje, contando con la sugerente y comunicativa interpretación de Vicky Krieps, un trabajo absorbente de veracidad y claridad magníficas, que te lleva a acompañarla en su aventura incierta con el fisgoneo que se tiene por quien es diferente, extraña, opaca e impenetrable a los ojos de una audiencia que no alcanza a conocerla.
La vida es una gran mentira..., ¿emocional?, no lo sabe pero está insatisfecha con lo recibido, toma cartas en el asunto y colabora para acceder a otro terreno, ese desde el cual hay material que narrar, observable desde fuera.
Pero..., ¿quién va a querer observarte a ti?; la respuesta requiere consumir una historia cuyo cautivador ojeo se mantiene indemne por saber de
ella, de su progreso, de su resultado por ese ser, estar y proceder inconexo.
“Madre, ya no soy la misma”, ¿estás segura?; no a todos motiva una aciaga intimidad que tenuemente inicia el vuelo, que desconcierta, atrae y crea aliciente con esa sencillez de provocar una primera sonrisa, que fantasea con la esperanza de muchas más, dada la delicia y apetencia que ha aportado a su sensible corazón, de moribunda psique, en este nuevo tiempo de amanecer soleado.
“Mamá, ¿sabes cuál es la mejor parte de limpiar?, que siempre se vuelve a ensuciar” y nunca dejas de estar atareada, para evitar volver a pensar en ilusiones dolorosas.
“La camarera Lynn”, quien sabe limpiar, que no disfrutar ensuciando.

Lo mejor; el personaje y la actriz que lo representa.
Lo peor; se echa en falta más información de su traumática persona.
Nota 6,3


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