miércoles, 24 de agosto de 2016

Black

La historia de amor imposible entre dos jóvenes que pertenecen a bandas urbanas rivales. Mavela, 15 años, origen africano, es una “Black Bronx” del barrio de Matonge; y Marwan, un magrebí “1080” del distrito de Molenbeek Saint-Jean. Cuando ambos se enamoran hasta el extremo de emprender una relación clandestina, la lealtad hacia el clan pandillero les plantea un serio conflicto.


Desapasionada rebelión belga.

¿Estaría Shakespeare orgulloso de este contemporáneo Romeo y Julieta?, ¿de su fuerza, carácter y localización ubicada?
De la Italia de su tiempo a la Bélgica actual, cuna de radicalización religiosa, de violencia extremistas y de clanes pandilleros procedentes de una desconexión social, exclusión laboral, vacío moral y desestructuración familiar que les convierte en grupos cerrados, de apoyo incondicional entre sus apadrinados miembros, esos eternos hermanos de alma para lo bueno y lo malo, al tiempo que incluye su no leída letra pequeña, ese ser esclava servicial de una angustiosa cárcel coercitiva, de atrape y desconsuelo peligroso, por la osadía de intentar abandonar a la familia adoptiva, pues sólo la muerte separa el matrimonio de sangre establecido entre ellos.
Se elige el estatus social opuesto, la marginación y las dificultades económicas van más con los tiempos, esa frustración y pasotismo de una sociedad que te arrincona y en la que no encajas, aunque el fondo y recorrido no cambie ni una coma.
Dos jóvenes coinciden, se conocen y gusta, nada malo en principio, hasta que entra en acción la presión de alrededor, esa que dicta orden y sentencia a ejecutarse.
Música seductora para una ciudad que enamora con su habla fotográfica, fiel reflejo de una criminalidad juvenil, vandalismo urbano a cargo de adolescentes que se burlan del sistema, que no valoran el peligro y sus consecuencias, que viven al límite de un impuesto desmadre, sin rumbo ni sentido, que marca sus existencias.
Atraviesa los clichés clásicos con rápida ligereza, flojedad generalizada para diálogos sin calado ni
consistencia, únicamente lenguaje corporal escénico inunda la pantalla, obligación de paso necesario para llegar al asunto importante, los golpes, las peleas y el amor imposible; su lectura es relajada y adivinable, sabes lo que hay/sabes lo que viene, todo con corrección de intenciones/con suavidad de aspirado latido, establece el camino sin mayor registro que observar lo sabido y esperar que suceda, sin inquietud ni escándalo.
“No puedes dejarlos, ellos deciden”, y Adil El Arbi y Bilall Fallah deciden coger una mítica historia y expresar su corazón potente con llaneza pasiva, una propuesta más de un relato mil veces contado, sin decibelios que deslumbren o ardor que queme, de hecho nunca llega a encenderse ningún incendio, pues su fuego es tan tenue y convencional, que los bomberos no hacen falta.
“Aunque hayas nacido aquí, eres diferente, siempre serás un extranjero”, no seas flamenco, recuerda que
eres negro de otra tierra, odio, venganza, protección, asalto, una combativa combinación caótica, cuya línea de separación es el atrevimiento y ofensa de llevar la contraria y decidir por ti misma; eres de una banda, ya, por nunca más, tocarás en solitario.
Lo mejor; la fotografía de una trama que sigue dando mucho juego.

Lo peor; correctos ingredientes, de libro teórico, para un plato sin sabor ni fascinación en la práctica.
Nota 5,3


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