jueves, 4 de agosto de 2016

Elvis & Nixon

Richard Nixon recibió a Elvis Presley en el Despacho Oval de la Casa Blanca el 21 de diciembre de 1970. ¿El motivo? Al parecer, a Elvis se le metió en la cabeza que quería tener una placa de agente federal para poder luchar contra la drogadicción en su país, y los asesores de Nixon pensaron que no había problema en conceder tal deseo, a cambio de unas fotografías que podrían mejorar la imagen pública del presidente, a quien el Rey del Rock & Roll obsequió con un revólver de coleccionismo.


Ridículo titiritero de dos pesos pesados.

Una reunión, una foto atestiguada y 36 horas previas para la libre imaginación, sin freno ni contemplaciones, de lo que pasó en ellas.
Una entrada psicodélica para el sr. puma y el sr. tigre, un seis y un ocho que caminarán juntos en esta excéntrica aventura donde el rey quiere una insignia, pero no una cualquiera -ya tiene a montones- sino una federal que le permita orientar a su amado país para que vuelva a la ruta del honor y el respeto pues, sólo siendo un agente federal encubierto, de la sección de narcóticos, podrá ayudar a los jóvenes a evitar el comunismo, a rechazar las drogas y a estar orgullosos de los ideales de esa gran nación a la que pertenecen.
Y todo ello se lo dirá, en su momento, a Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, una vez lea su carta, entregada a mano a las puertas de los jardines de la Casablanca, cuando el célebre mandatario ose disponer de la reunión pertinente, indispensable para los intereses de ambos; mientras, inventiva sin tope ni miramiento en su locuacidad cómica, por tiempos patética y triste, para escenas agudas e irónicas de descabellada ruta, sin vergüenza alguna, en la desfachatez de su contenido, para rellenar ese día y medio que queda hasta tan decisivo momento.
Destartalada, graciosa, humillante, estrafalaria..., “hay que aferrarse a los sueños”, por absurdos y
desquiciados que éstos resulten, pues se trata de Mr. Presley ofreciéndose voluntario para trabajar por el bien de su país ¡cómo negarse a tan altruista y desatinado ofrecimiento!
Juega con el demencial disparate de planteamiento, de forma inteligente y pícara, astucia dialogada para esa extravagancia de objetivo cuya propuesta cuenta con un fresco y osado ritmo, arropado por una magnífica y variada música -de alternancia en género, según los sentimientos de la figura protagonista-, que corona un peculiar cuadro loco, esperpéntico, burlón, de inevitable chachondeo para representar esa sátira humorística de cómo podrían haber sido los hechos, que se corona con esos eternos e irrisorios minutos en el despacho oval, donde el sinsentido y descaro toman el mando.
Da igual que Michael Shannon se de de bruces interpretando a Elvis Presley, da igual que Nixon y Kevin Spacey -gran actor, de reconocido talento- sólo compartan la forma del pelo, da igual que parezca
una historieta de chiste del club de la comedia, da igual que se manipule con atrevimiento e insolencia pues, respira una carismática presencia cuyo sarcasmo lo inunda todo; fortuito atropello para unas altas esferas representadas por dos hombres, de enorme poder y tontería, que unidos, podían conformar el incoherente e ilógico guión dibujado.
Exageración narcisista, de personajes históricos e influyentes, que compartían mucho en común a pesar de su, en principio, más que probable antagonismo, distancia formal que se ve reducida a charla de colegas distentida y relajada, donde ambos confiesan su deseo de cambiar el mundo, de marcar la diferencia y de enderezar a los corrompidos débiles.
Ninguno de ambos acabó bien su reinado pero, mientras tanto, tenemos un imaginado biopic
divertido y ocurrente que posee momentos de sinceridad aplastante, accidentada marcha que roza lo penoso e insultante, a la vez que te mofas de la charanga montada.
Ingeniosa y breve historieta que fantasea, con guasa y coña, sobre la incógnita de lo que pudo haber dado de si aquel encuentro y sus preparativos; caricatura curiosa y simpática/bromista y payasa.
Elvis & Nixon, bufones de si mismos.

Lo mejor; un bromista guión que no tiene compasión por sus personajes.
Lo peor; las caracterizaciones son de pena.
Nota 6,7



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