martes, 30 de agosto de 2016

La punta del iceberg

Una gran empresa multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados. Sofía Cuevas, alto cargo de la compañía, es la encargada de realizar un informe interno para esclarecer los hechos. A traves de sus entrevistas con los empleados irá descubriendo abusos de poder, mentiras y la existencia de un ambiente laboral enfermizo.


“¿Qué haremos? Cumplir con los plazos”

Que Maribel Verdú iba a estar bien, genial, estupenda era una obviedad, ya cierta incluso antes de ver la película, pues sus últimas interpretaciones confirman una serenidad y entereza de sabiduría de los años de experiencia, que se unen a la ya de por sí comprobada habilidad natural que ha demostrado siempre a la hora de hacer con satisfacción y esmero su trabajo; esa unión, empatía y transformación con el personaje, de credibilidad palpable y absorbente por la audiencia, es don y esfuerzo con el que cuentan un número contado de actores, a los cuales siempre es un placer ver en pantalla, tablas o escena, por supuesto entre ellos, a la susodicha, en esta ocasión me remito.
Firme, dura y formal es Sofía, segura de si misma y de sus decisiones, la mejor en la lucha por estar en las altas esferas ejecutivas, siempre preparada/siempre dispuesta, no se le dan bien las relaciones personales, su última encomienda volver donde empezó a poner a prueba su moral y ética, y a descubrir que tiene más importancia, las personas o cumplir los plazos y llevar a cabo lo convenido.
“Los suicidios son la tasa más alta de mortalidad entre los 30 y los 60”, no hay forma de averiguar si es causa laboral, personal o una combinación de ambas, en las empresas “no se habla de suicidios, dicen que son contagiosos”, hay que dar positivos resultados, sacar la empresa adelante, reflotarla en caso extremo y si, hay que exprimir a los peones ¿cuál es el problema?
“Las mentes humanas no son engranajes perfectos”, son complicadas y variantes, “nos atrae el vacío”, como posibilidad de liberar remordimientos de conciencia, por esa venta del alma a cambio de más sueldo y mejor despacho; hacer lo correcto no tiene beneficios, las alimañas están al acecho de un mal paso o de una debilidad mostrada, todo depende de a qué se le dé prioridad e importancia, a la triunfante carrera laboral/a la descansada paz íntima.
Es eficaz, seria y directa, expone la cruda realidad de la sociedad capitalista donde no hay pausa, ni tregua, y donde la competencia es feroz y tirante; “la presión
ayuda a rendir mejor” hasta que se sobrepasan los límites y ya no se es un trabajador, se es un esclavo supeditado a las rígidas exigencias.
Crédito, emoción y entregada atención fija, en su directriz recta, son sus signos más visibles y disfrutados, más ese afirmado reflejo que admite es conocido lo narrado/te ha tenido atrapada en su evolución e intriga; Maribel te lleva con concisión y entrega a través de este sendero de lobos hambrientos y víctimas presa, miedo a hablar/insoportable no hacerlo, abusos y atropellos que se soportan por un sueldo y el consuelo de volver a casa con los seres queridos tras la jornada, hasta que la vergüenza de lo hecho, o no hecho, dificultan dicha vuelta.
Familiar la historia/con prudencia contada, apunta a evidentes malos/deja entrever la movilidad de esa línea, a través de excusas y contratiempos por los cuales todos participamos del juego, con mayor ventaja o claro perjuicio, pero todos dentro, pues a nadie apetece la opción de estar fuera del mercado.
Desnudez directiva cuya respiración se acelera sin sofoco ni aspavientos, muestra la radiografía con gelidez, la evolución del paciente a distancia y cada
cual a hacerse su idea, mayormente todos a favor de la misma; David Cánovas aprovecha los tiempos de crisis actual para ofrecer un thriller solvente, sobre un tema de actualidad en boca de todos, ¿a qué estamos dispuestos por trabajar, por ascender, por triunfar?
“La punta del iceberg”, no provoca el hundimiento del Titanic, pero compromete lo suficiente para reconocer, hacer pensar y dejar huella de admitida reflexión sobre ella, no como para no olvidarla/si para conversación tras salir de la sala.
Violación de los derechos laborales y deshumanización del trabajador, que los sentimientos interfieren en el logro de los máximos rendimientos.

Lo mejor; la actualidad de su tema y Maribel Verdú.
Lo peor; tras esos malos capitalistas, hay mucho más que hurgar.
Nota 6,1



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